Pokémon: Detective Pikachu

Crítica de Nicolás Ponisio - Las 1001 Películas

Adorable criatura.

Basado en la mundialmente popular franquicia de videojuegos y animé, el primer live-action de Pokémon es un deleite visual que crea un increíble mundo futurista, integrando a la perfección a las famosas criaturas con los humanos que los rodean. Orientado no exclusivamente al público de fanáticos, el film está repleto de guiños y detalles pensados para la multitud de seguidores, a la vez que la narrativa y el humor del mismo se presentan de manera tal que los que no estén tan familiarizados con este mundo puedan disfrutarlo tanto como los que sí. Si bien es cierto que el valor del film reside más en su forma que en su historia —la cual no busca más que ser un entretenimiento apto para todo público— la unión de aventura y el realismo mágico del diseño de los personajes animados funciona como un gran balance de divertimento.

La historia sigue los pasos de Tim (Justice Smith), quien debe desentrañar lo que ocurrió con su padre, un detective de policía que falleció investigando acerca de una toxina que violenta a los apacibles pokémon. El joven será acompañado en su búsqueda de la verdad por un amnésico Pikachu (voz de Ryan Reynolds), el personaje más popular de la franquicia a quien el humano extrañamente puede entender con precisión lo que dice, en vez de oír el acostumbrado “pika pika” que el animal suele emitir. De esta manera, el film se cimienta en una seguidilla de situaciones divertidas que nacen de la fórmula de pareja dispareja entre personaje humano y animado.

La gracia irónica tan propia de Reynolds está al servicio de dotar a su personaje de un humor políticamente incorrecto que lo aleja en parte de la identidad original del animé, al mismo tiempo que logra complementarse con el aspecto tierno y la expresividad encantadora que hace desear poder abrazar al pokémon eléctrico como lo adorable que es. Esa integración tan bien llevada entre la personalidad humorística del actor que le pone voz al personaje y la personalidad propia del roedor animado, es la misma que funciona de manera excepcional en lo que es la creación de Ryme City, la ciudad del futuro que se encuentra plagada de detalles que construyen su entorno al mismo tiempo que brindan innumerables detalles y apariciones para sorprender a los seguidores.

Es así como esa interacción de criaturas y humanos conforma tan bien dicho mundo otorgando un vistazo, en primer o segundo plano, a varias de las especies (de 806 que son hasta la fecha) y su interacción con los personajes. La investigación llevada a cabo por Tim y Pikachu los pone frente a distintos personajes que dotan a la aventura de momentos divertidos y de tensión, como puede ser el gracioso interrogatorio a un Mr. Mime, un pokémon mimo que solo se comunica a través de pantomimas, la batalla clandestina contra un Charizard y un Gyarados, bestiales pokémon de fuego y agua, o la presencia del Psyduck perteneciente a la joven periodista Lucy (Kathryn Newton), el cual sufre de jaquecas corriendo el riesgo de desatar en cualquier instante sus poderes psíquicos ante los protagonistas.

En general el film goza de dichos momentos, siempre mayormente en relación a la originalidad de los comentarios de Pikachu o a la presencia de los distintos pokémon que se van encontrando en el camino, pero nunca hay un gran peso argumental en el misterio del caso o el desarrollo de los personajes humanos. Hay un leve atisbo de ello en Tim y la forma en que aprende a relacionarse con su partenaire animado, además del distante vínculo que mantuvo con su padre, pero personajes como la mencionada Lucy o el magnate Howard Clifford (Bill Nighy) poseen un nulo trasfondo o crecimiento en sus respectivos arcos, lo que hace que ese realismo tridimensional tan bien logrado en la construcción de mundo y el diseño de las criaturas, se vea despojado de relevancia argumental en lo que a personajes y a su desarrollo se refiere. Además, esto también sucede en algunas secuencias de lo más grandilocuentes, como una correría sobre el lomo de gigantes Torterras o en parte del clímax final, donde el exceso de acción le resta verosimilitud y relevancia al relato.

Dicho esto, si bien que el punto menos logrado de la historia es el desarrollo de su guion, el film logra salir bastante airoso. Esto se debe a las dosis de aventura y la extensión de mundo creado, sumado al gran aprovechamiento que el director hace de Pikachu como factor humorístico y emotivo —a fin de cuenta se trata del corazón y motor del film, y en ese sentido es de los elementos que mejor funcionan. Incluso para quienes conozcan Pokémon: La película (Kunihiko Yuyama y Michael Haigney, 1998), esta nueva entrega de la saga funciona como una secuela directa de aquel primer film al tener como puntapié inicial y némesis a Mewtwo, un poderoso pokémon creado genéticamente por humanos. De esta manera, Pokémon: Detective Pikachu se sirve de las bases del inmenso mundo ya conocido y lo expande de una manera novedosa, lo cual trae frescura a la saga además de lograr acercar a un nuevo público que puede entender y disfrutar de su aventura sin necesidad de conocimientos previos: diversión para los viejos y nuevos espectadores, unidos por el cariño hacia una adorable criatura.