Pokémon: Detective Pikachu

Crítica de Alejandro Turdó - A Sala Llena

El niño y sus monstruos

Tras 23 años de una infinidad obscena de video juegos, series animadas, juegos de cartas y cualquier otro subproducto imaginable que alimente el merchandising furtivo y masivo, la franquicia Pokémon -esa de los pequeños monstruitos que necesitamos atrapar, tal como dice su canción- llega a la pantalla grande con su primer film live action. Pokémon: Detective Pikachu (2019) sigue los pasos de Tim Goodman (Justice Smith) un joven que investiga la misteriosa desaparición de su padre, un detective que trabaja y vive en Ryme City, la primer cuidad en la que humanos y pokemones viven juntos en armonía. Pikachu, la criatura del título, se suma a la búsqueda de Tim, ya que por motivos que desconocemos era el compañero de su padre… y por otros motivos que desconocemos Pikachu es detective.

A través del planteo de este conflicto, la estructura narrativa se conforma cual noir ATP con los dos personajes principales moviéndose escena tras escena y pista tras pista, por supuesto sin la exigencia que impone el género en condiciones normales, sino aggiornándo las acciones y los indicios al público más joven, no sea cuestión que alguno se pierda en el camino y contemplar a los monstruitos en pantalla demuestre no ser entretenimiento suficiente.

El gancho para los más grandes, al menos aquellos que vean el film en su idioma original, es la colaboración de Ryan Reynolds (Deadpool, 2016) quien pone su voz a Pikachu, convirtiéndolo en un personaje dinámico y verborrágico, alejado completamente de su versión televisiva y animada que sólo se limita a repetir su propio nombre ad-eternum. Hay un nivel de autoconsciencia en este nuevo acercamiento al personaje que lo vuelve uno de los mayores aciertos.

Rob Letterman es el hombre que se puso el proyecto al hombro. Un director con experiencia y éxito comprobado en este terreno tan particular, como ya lo supo demostrar con El espanta tiburones (Shark Tale, 2004), Aliens vs. monstruos (2009) y Escalofríos (Goosebumps, 2015). Como evidenció esta última semana el desconcertante trailer de la inminente película de Sonic, la película (Sonic the Hedgehog, 2019) no es un trabajo tan simple dar forma a una historia con el atractivo suficiente para hacer contrapeso al despliegue visual del CGI, ya sea bien o mal empleado.

El conflicto en Pokemón: Detective Pikachu parece seguir los pasos del clásico de Robert Zemeckis ¿Quién engaño a Roger Rabbit? (Who Frammed Roger Rabbit, 1988), compartiendo muchos puntos en común como humanos y seres animados conviviendo en una misma ciudad, un misterio por resolver y las pistas que van surgiendo secuencia tras secuencia. De la misma forma los guionistas se apoyan en algunos de los tropos más transitados por las buddy cop movies.

Probablemente la pata más floja sea un tercer acto que acumula demasiadas sorpresas y giros inesperados (aunque algunos no tanto) a punto tal que termina atentando contra su propia lógica interna, hecho evidente al menos para todo aquel que logre ver a través de estos pequeños agujeros argumentales tras 95 minutos de criaturas coloridas y simpáticas atiborrando la pantalla y nuestros sentidos.