Poesía para el alma

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

El discreto encanto de la poesía

Está terminando el año y la posibilidad de ver más cine proveniente de Asia en nuestro circuito es realmente muy difícil. No quiero sonar desalentador, pero en 2011 se estrenaron sólo cinco producciones del continente más grande de todo el planeta. Tres de Israel (“Ajami”, “Líbano” y “Una misión en la vida”); una de Tailandia, la discutida “El hombre que podía recordar sus vidas pasadas”, y, finalmente, un mamarracho de Japón, “Actividad paranormal 0. El origen”

Se imaginará el lector que esto no es lo único que se filmó en Asia ¿verdad? A pesar de estos avatares de nuestro circuito, Corea del Sur suma una pequeña joyita llegando sobre el final de la temporada.

En la apertura de la historia una escena nos presenta a un grupo de chicos jugando en las márgenes de un cause de agua, llamándoles la atención algo que flota en el río. Ese “algo” es el cuerpo sin vida de una adolescente.

Luego de ese primer impacto, el espectador tendrá la hermosa posibilidad de conocer a Miya (Joeng-hei Yun), una anciana que vive con su nieto Jongwook (Da-wit Lee) en un sencillo departamento. Miya tiene una forma de transcurrir la vida absolutamente terrenal y lógica. El mundo estableció sus reglas y ella simplemente las sigue. Su trabajo consiste en cuidar a un anciano que vive en el piso alto del supermercado del cual es dueño. Aunque está en la la etapa final de su vida, con una suerte de hemiplejía que apenas lo deja balbucear algunas palabras; se las arregla para establecer un vínculo con su improvisada enfermera. En uno de los tantos días, camino al súper, ve una ambulancia trayendo el cuerpo de la muchacha ahogada, y a su madre desconsolada. Este hecho coincide con un diagnóstico de Alzheimer que Miya recibe luego de una consulta rutinaria a partir de un cosquilleo en el brazo, y la referencia que a veces se olvida el nombre de algunos objetos.

Ambos sucesos establecen los parámetros necesarios para que la protagonista asista a un curso de poesía, un arte por el que se ve atraída casi instintivamente. Claro, ella necesita reglas para todo, razón por la cual cuando comienza a buscar inspiración se da cuenta de que su vida se basa en lo concreto, y que no es allí donde se la puede encontrar. El profesor da una tarea a su clase: tienen un mes para escribir una poesía.

El realizador de “Sol secreto” (2007) Chang-dong Lee utiliza los elementos básicos de la vida de Miya para iniciar en ella un recorrido interno por las atrocidades que va descubriendo, una vez enterada de que su nieto y otros cinco compañeros de clase fueron los que abusaron,y violaron a la niña rescatada muerta de las aguas..

El guión plantea dos carriles por los que se desarrolla la historia: La angustia por la falta de inspiración para escribir y el dilema moral de hacer o dejar de hacer lo correcto respecto de su nieto, cuya madre está ausente en otra ciudad.

La obra fílmica, con una dirección de arte espléndida, va instalando lentamente un clima de incertidumbre matizado con los altibajos anímicos que afectan a Miya.

El guión, del mismo Chang-dong Lee, aporta todo lo necesario para establecer su punto de vista sobre la superficialidad del alma y algunos valores en vías de extinción. Para ello se vale fundamentalmente de dos elementos: los encuadres cerrados y la superlativa actuación de Jeong-hie Yun, quien regresó a la pantalla grande después de varios años de ausencia, para reflexionar sobre la poesía que está desapareciendo y que resulta cada vez más difícil encontrar inspiración en el mundo tal cual está planteado actualmente. Esta parece ser otra de las inquietudes del realizador, plasmada en esta obra que encuentra en la sencillez un modo brillante de hablarle al espectador. También se hace esta pregunta respecto del cine, pero en tanto siga filmando así difícilmente desaparezca.