Poder sin límites

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Aprendices de superhéroes

El cine estadounidense para público adolescente (que también puede gustarle al adulto) tiene algunas formas clásicas y otras que siempre cambian. Entre estas últimas se mueve Poder sin límites, un buen ejemplo de la riqueza de la cantera norteamericana, ayudada por una prosperidad de larga data de su industria madre. Esto, respecto a que su director y coguionista es un completo debutante en el campo del cine, que rápidamente planta bandera y muestra un manejo avezado de la técnica y los recursos narrativos actuales, rodando una película de estilo "independiente", similar al que hoy utilizan muchos productos de terror y ciencia ficción. Léase, en este caso, el montaje entrecortado, las cámaras subjetivas, y al hombro, las púas rayando el sonido, y un largo etcétera.

Andrew, Matt y Steve, tres imberbes jovencitos de la escuela secundaria entran en contacto con una serie de materiales tal vez radiactivos, que les otorgan poderes que ellos comienzan a entrenar y a fortalecer. Como los telequinéticos, y más todavía, son capaces de emplear la mente para mover objetos, volar y muchas acciones más.

Y este es el primer acierto del filme: la originalidad de su planteo, que coquetea con el tema de los superhéroes, pero ingresa en una zona donde los fans del género se sentirán interesados, por cuanto explora la psicología y el origen de esta clase de personajes.

En el caso de los protagonistas, la posesión de tales poderes se mezcla inexorablemente con sus experiencias e historias personales, provocando diferentes reacciones frente a tanta responsabilidad y en algunos casos la pérdida del control.

Los efectos especiales tienen un lugar trascendente. En algunas partes de la película los trucos son simples, sobrios y hasta sorprendentes, y hacia el final se vuelven más espectaculares, al estilo superproducción hollywoodense.
El resultado en general es un poco desparejo, pero entretenido y diferente a lo que prolifera.

En dos semanas en cartel, sólo en Estados Unidos, Poder sin límites triplicó en boleterías su presupuesto de 12 millones de dólares. Su final deja abierta la puerta para una segunda parte. ¿La harán?