Poder sin límites

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Tenía que pasar tarde o temprano. Dos o tres productores "lectores" de ratings en TV; encuestas sobre jóvenes, clicks en you tube, estadísticas de recaudación en cines y demás productos de consumo masivo, se han puesto a combinar lo más saliente de los elementos populares entre adolescentes y jóvenes para hacer una película. No es que no se haya intentado antes, pero en el caso de “Poder sin límites” hay una frescura escondida entre los montones de hojas A4 de un guión redactado al "tun tun", que no se molesta en explicar demasiado de nada, porque tanto los guionistas como el realizador supieron fehacientemente que el núcleo, la esencia, del producto final tiene con qué bancarse las falencias académicas.

Un típico joven estudiante estadounidense (que registra todo con su cámara) es clásicamente maltratado y discriminado, tanto en el colegio como fuera de él. Golpizas e insultos son moneda corriente en su vida. Lógico candidato a protagonizar una nueva masacre de Columbine. Sólo lo soportan su primo y un candidato a presidente del centro de estudiantes. En este segmento de “Poder sin límites” se establecen claramente dos cosas: las características de los personajes principales y sus diferentes motivaciones.

Todo cambiará cuando por azar los tres tienen circunstancial contacto con un cristal extraño, cuyo origen nadie se molesta en explicar. A partir de allí desarrollan poderes que van probando, cómo habrá hecho el primer hombre con el fuego, aunque cabe en este caso considerarlo como monos con escopetas. Aparece entonces la secuencia "Jackass"(*) de esta producción y por ende el humor. Inmediatamente después la trama tiene un giro repentino que desvía la atención a uno de los tres adolescentes. En este contexto todo es grabado. Primero con cámara en mano, luego de otra forma pero, en definitiva, la estética de “Cloverfield” (2008) (*) toma la posta hasta el final. Sin embargo, la fusión entre los formatos televisivos no suponen en este caso un hibrido, sino una amalgama de estilos convenientemente aplicados.

Es cierto, hay cuestiones elementales que faltan en el relato, como por ejemplo de donde viene el cristal o como llegó allí. De todos modos el desarrollo de la acción va dejando en claro que la falta de explicación no sólo se hizo deliberadamente sino que, a pesar de ello, nunca se rompe el verosímil. Tampoco se descuida la observación del director sobre el afán de la juventud por las cámaras testigo. Cada aparato preparado para filmar, desde un celular a una cámara HD, están presentes como el baluarte de la era de la comunicación.

Destacado el diseño de sonido y los efectos. No porque tengan aportes tecnológicos nuevos sino porque están bien utilizados para ayudar a alimentar el factor sorpresa. Por supuesto, queda todo preparado para la/s secuela/s que vendrán.

“Poder sin límites” es un buen comienzo para esta, siempre y cuando se respete la esencia de la historia, y los responsables de la próxima revean esto que hicieron para corregir lo grosero que tiene, total, la buena idea ya está.

(*) “Cloverfield” es una película sobre un monstruo que aparece en una ciudad una noche en la que hay gente participando de una fiesta de despedida de alguien que se va. La palabra explica el tipo de estética que se usa. Lo mismo sucede con la "secuencia Jackass., Jackass es un programa y una película de 2010 que tiene a una sarta de necios haciendo bromas y sometiéndose a vejámenes de todo tipo como correr arriba de un changuito hasta que se estrella.

Con el empleo de estos términos aludo a lo que sucede en la película cuando los chicos empiezan a hacer bromas pesadas con los poderes. Se trata de referencias a películas con esas características, muy identificadas con los seguidores de esa estética.