Poder sin límites

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Un plato diferente con ingredientes conocidos

Con todos los recursos de un género trillado, el film propone una vuelta de tuerca más. Haciendo la analogía con un chef en su cocina, podríamos decir que la película toma los ingredientes de Alien abduction, El proyecto Blair Witch, REC, Cloverfield, Actividad paranormal y Apollo 18, entre otros, para mezclarlos y sazonarlos a gusto con una pizca de moraleja y el uso creativo del registro audiovisual y sus puntos de vista.

El resultado, un plato conocido que a medida que degustamos le encontramos nuevos sabores. Poder sin límites es el primer largometraje del director Josh Trank (director y escritor de la miniserie Kill Point), que incursiona el género de la ciencia ficción valiéndose del recurso de la cámara en mano y una historia sencilla y predecible.

A pesar de tener una trama muy sencilla -tres colegiales encuentran un extraño objeto enterrado en un bosque y después de exponerse a su radiación comienzan a manifestar poderes telequinéticos- Trank se sirve del formato de video doméstico en sus más diversos soportes (video cámara analógica, digital, cámara de seguridad, celulares, etc.) para desarrollar un relato que lentamente va intercalando el drama, la tensión, y acción sin perder verosimilitud hasta gran parte del film, en el que los jóvenes comienzan a volar.
A partir de ese momento la película pasa completamente al género fantástico y comienza a desarrollar la lucha de los personajes para imponer lo políticamente correcto y su cuota de fábula, quitándole la intriga, el suspenso y virando al film al puro entretenimiento pochoclero.

Trayendo a colación aquella vieja enseñanza del tío Ben en Spiderman: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” y considerando las personalidades radicalmente distintas de sus tres protagonistas (Andrew, un perdedor que es abusado en el colegio y en su casa por su padre alcohólico; Matt, su primo, único amigo y consejero, y Steve, el popular de fachada superficial pero amable y de buen carácter), la realización intenta dejar cierta moraleja sobre la responsabilidad de llevar a cabo un poder y cómo el mismo puede corromper a una persona inestable interiormente y socialmente rechazada. Mensaje que supiera exponer con gran jerarquía Brian De Palma en la película Carrie, en 1976.

Pero el film no se detiene mucho en las reflexiones ni cuestionamientos, sino en la acción que da curso al entretenimiento. Es de destacar la buena perfomance del trío de actores, que sabe plasmar el cambio interno que sufren sus personajes dando naturalidad al desarrollo de la trama durante la primera parte del film, y el aspecto técnico muy bien resuelto para una producción de bajo presupuesto del género que dan a Poder sin límites un aire nuevo, donde lo importante no son los ingredientes sino un sabor agradable y diferente que se disfruta mientras se come.