Plumíferos

Crítica de Laura Gentile - Clarín

Aves sin destino

Una animación argentina que no logra remontar vuelo.

Es raro que una película que lleva por título Plumíferos, aventuras voladoras -protagonizada obviamente por diversas especies de aves- no logre transmitir la más mínima sensación de plumaje, suavidad o mullidez que acompaña a todo pajarito. Todo lo contrario, los animalitos en cuestión -en especial en los primeros planos donde queda en evidencia el grueso pixelado- parecen durísimos muñecos de madera.

Es más, es raro que, en una película de animación destinada a todo público (dirigida en especial a los niños), los "dibujitos" causen más bien rechazo por sus diseños toscos, sus tonos tétricos, sus sepias tristes, sus ojos extra brillosos...

Pero no sólo la estética y la animación resultan fallidas en esta película dirigida por los argentinos Daniel De Felippo y Gustavo Gianinni, a pesar de ciertos condimentos cools -esperables en un guión con participación de Diego Reinhold y Peto Menahem-, la historia es tan esquemática que pasado el planteo del conflicto, lo único que resta es esperar que la aventura llegue a su predecible final. Pero tarda, muchísimo.

Un gorrión, Juan (con la voz de Mariano Martínez), sueña con ser un pájaro exótico para sentirse valorado y admirado. Una canarita, Feifi (Luisana Lopilato), fugada de su jaula, lucha por vivir en forma salvaje a pesar de haber sido criada en cautiverio. En el medio quedarán una competencia de vuelo, una persecución, una captura y una liberación en pandilla. Y chistes, muchos chistes (que no logran más que hacer esbozar alguna sonrisa), entre pajaritos, eso sí, de idiosincracia bien argentina.

Lo único que resta (aunque se trate de una diversión fugaz) es entretenerse adivinando a qué actor famoso pertenece cada voz. Están Muriel Santa Ana, Carla Peterson, Mike Amigorena, Luis Machín, Esteban Prol, todos haciendo un muy buen trabajo.

O (en una variante ya desesperada) "alegrarse" reconociendo en los dibujos de fondo el Rosedal, la cúpula del Planetario o alguna otra porteñidad.