Plumíferos

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

"Plumíferos, Aventuras Voladoras" es un largometraje argentino de animación, el primero que se realizó en el mundo en computadora mediante software libre de código abierto. Se trata de un proyecto que comenzó a desarrollar Manos Digitales Animation Studio en el año 2005, y es la segunda realización como director de Daniel De Felippo “Los superagentes: nueva generación”, 2008).

Con la novedosa tecnología usada se logró un resultado visual atractivo, con predominio de los colores pasteles que contrastan con los amarillos centelleantes sobre fondos ambientales fuera de foco, para incrementar la sensación de primer plano de los personajes que juegan la escena, y al utilizar como soporte los recursos de este programa blender de la computación se logra captar la atención de los niños espectadores.

Los chicos siguen la historia sin dificultad, a pesar que el contenido argumental del filme resulta difuso al presentar varias subtramas aisladas que no confluyen en la trama central.

Se narra la historia de Juan, un gorrión que quiere dejar de ser un pajarito común, y de Feifi, una canarita en cautiverio que desea ser libre. Sus insatisfechas existencias se cruzarán de modo casual y, acompañados por un grupo de amigos, vivirán ligeras aventuras en el afán de tener vidas diferentes de las que les tocaron en "mala suerte" (según ellos). Para lograrlo deberán sortear los escollos que les presentarán los depredadores, tanto animales como humanos, en medio de estallidos de color y de flashes musicales, tan heterogéneos como poco pegadizos, que salpican la acción con géneros tales como el tecno, el dance, el rock punk y la melodía italiana.

Así, sin que la base de argumento se desarrolle por completo, remite por momentos a diferentes épocas de la animación, por ejemplo a los animé, dibujos japoneses de la década de los ´80, con la ambigüedad de esos "malos no malos" en el personaje de apertura reflejado en el gato Fredy (que tiene un casi homónimo de los años ´40), un depredador por naturaleza pero, sin embargo, castigado por seguir su instinto, aunque el castigo sea su torpeza, muy al estilo de su congénere Tom, que desde los años 50 es un indiscutible startoons. El colibrí Pipo es un transgresor como los de los dibujos americanos de los `90, pero en versión atenuada. Esa informalidad de estilos animados hace, quizá, que el cierre de la situación central sea apresurado y hasta previsible.

Sin embargo el perfil de cada personaje está delineado. Juan y Feifi, los protagonistas, reflejan la ansiedad de la juventud por los cambios rápidos; la murciélago Clarita evidencia que valores como la bondad y la solidaridad están contenidos en el alma y no en el aspecto físico; el colibrí Pipo es el clásico amigazo con el que siempre se puede contar; la paloma Libia representa la sensatez, la ubicación y la prudencia.

Los personajes dibujados hablan, por lo tanto necesitaron, obviamente, de actores que les pusieran su voz. Se dice, entre los profesionales de la actuación, que el doblaje es un infierno donde se queman la mayoría de los actores, en “Plumíferos, aventuras voladoras” únicamente se salvan de las llamas Carla Peterson (Clarita), Luis Machín (Señor Puertas) y Mirta Wons (Libia), estos tres componen vocalmente a los personajes que animan y además los interpretan en sus parlamentos. Se destaca en esta tarea Wons, quien integra a su composición el carácter sin caer en el estereotipo. Los restantes intérpretes coloca su voz en correlación al dibujo que le tocó "hacer hablar", algo no del todo desacertado pero incompleto, y no muy difícil en esta época en que los software de grabación permiten reeditar y los sinfines con marcas son un recuerdo. Los diálogos son amenos y fluidos, por lo que los espectadores pueden seguirlos sin dificultad, y hasta se encuentran con frases muy conocidas que algunos famosos dijeron alguna vez por todos los noticieros.

Esta realización está hablado en "castellano-argentino", estando en proyecto hacer una versión en "español-neutro" para su comercialización en el resto de América Latina.

Más allá de las observaciones que se le pueden formular, entretiene a los pequeños espectadores. Recomendada para niños desde los tres hasta los diez años.