Planta madre

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

¿Te acordás hermano qué tiempos aquellos? Decía Julio Sosa mientras entonaba Tiempos viejos; y el rock argentino se encuentra desde hace tiempo en un etapa similar, la de rememorar las glorias que parecen lejos de volver.
La mirada nostálgica, el recuerdo del paso del tiempo, las remembranzas de cuando éramos jóvenes y todo olía a libertad, cuando nos animábamos a hacer cosas… hoy en día todo se reduce a un mero escapismo. Sí, el rock se convirtió en tango; y parte de ese síntoma se refleja en los resultados de Planta Madre de Gianfranco Quattrini.
Un dúo de rock de tiempos antiguos, un viaje, un amor, la muerte, las cuentas pendientes; estos son los pilares fundamentales de la historia que habla de Diamond (Robertino Granados) hombre mayor y anquilosado, anodino, que supo formar cuando era más joven una banda junto a su hermano Nicolás, Los Hermanos Santoro.
Nicolás quería hacer un viaje iniciático a Perú, pero falleció, y desde ahí pareciera que el tiempo se detuvo y solo pasan los años sin que nada avance.
Pierina (Camila Perisse, que mantiene algo del enigma de aquella bomba erótica de los ’80), novia de Nicolás invita a Diamond a Perú, y él va, y así la rueda comienza a girar otra vez, para cerrar el círculo y cumplir con la tradición de la ayahuasca del chamán Solon.
Planta Madre juega con los tiempos, está el presente, la infancia y la adolescencia de los hermanos, signadas por el rock y cómo los toma en sus diferentes etapas de sus vidas.
El film del peruano director de Chicha tu madre podría haber sido un interesante recorrido por los años de formación de lo que hoy está tan arraigado como rock nacional, quizás a la manera de una docuficción. Pero lo que prima es el clima del presente, una idea de que el tiempo pasó, el tren ya se fue y lo único que nos queda es el recorrido por lo que ya pasó gracias a determinadas sustancias.
En un elenco en el que participan desniveládamente Rafael Ferro, Luciano Cáceres, Manuel Fanego, Santiago Pedrero, Emiliano Carrazzone, y Andrea Prodan, entre otros; cuesta crear una empatía con los personajes, pero no es debido a las interpretaciones que lucen en su mayoría correctas.
El film no permite penetrar en su mundo al espectador, pese a una interesante banda sonora ad hoc, esto no se conjuga con lo que se ve en pantalla.
Hay también una historia de amor problemática, que roza extrañamente lo policial por decirlo de algún modo, pero que no termina de cuajar con el resto de lo que se ve.
Así, lo mejor del film serán los flashback en los que el rock se siente como lo que es; pero la pulseada la gana el presente.
“Planta Madre” es una mirada triste, lenta, sin demasiado nuevo para decir. Se extraña esos tiempos de las óperas rock de Pablo Cesar, Horacio Maldonado, o Gustavo Mosauera; aunque imperfectas, pretendían mantener un espíritu fresco, activo; actitud que el film de Quattrini abandonó desde la primer escena.