Planeta 51

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

“No hay ideas originales. Solamente recicladas”. Dice una frase vox populi.

Planeta 51, tiene una sola innovación: es la primera película de animación producida un 90% fuera de Estados Unidos en estrenarse por toda la nación casi simultáneamente con varios países del resto del mundo. Es un gran mérito, más teniendo en cuenta que a nivel visual no tiene nada que envidiarle a la animación CGI de estudios como Dreamworks, Fox, Sony e inclusive el departamento de animación convencional de Disney. Por supuesto, Pixar es inalcanzable.

Sin embargo, si uno no leyera los créditos finales o la gacetilla de prensa, no podría adivinar que la película fue realizada por un estudio español y tres directores locales, aunque el guión pertenece al escritor de Shrek y Madagascar, Joe Stillman.

La historia sucede en el Planeta 51, supuestamente, porque en sí, nunca dicen el nombre. Se trata de un planeta demasiado similar a la Tierra, mismo clima, misma geografía inclusive. Desde el espacio se ve igual que nuestro planeta, excepto que tiene anillos como Saturno y sus habitantes son verdes, tienen antenas, y visten igual que los humanos, pero sin ropa interior y sin pantalones (¿Cómo se reproducirán? me pregunto, ya que ambos sexos tienen nada debajo de la cintura, solo las piernas). Por alguna razón se respiran referencias a El Planeta de los Simios, pero solo en el planteo inicial.

La acción sucede en una pequeña ciudad que emula a la California de fines de los ´50 y principios ´60 como si la hubiesen sacado de Rebelde Sin Causa, La Masa Voraz o Pleasentville: Amor en Colores. Solamente que parece que nunca hubo Segunda Guerra, ni bombas nucleares de por medio. La vida es rosa, pacífica, amable. Por lo que en realidad no se entiende, la necesidad de tener un ejército. El protagonista, Lem, trabaja en el observatorio de la ciudad, y no cree en la existencia de seres de otro mundo. Por lo menos, no como los muestran en las películas de terror de las matinés.

De repente, llega una nave extraña, con un terrestre dentro, específicamente con un estadounidense bastante torpe y tonto. El ejército pronto lo empieza a perseguir, un científico loco quiere examinar su cerebro, y además secuestran su nave espacial. Lem y sus amigos ayudarán a escapar al astronauta, sorteando varias dificultades.

Uno de los graves problemas de Planeta 51 es elementalidad del guión. No hablemos de una cuestión de citas: la película hace referencia y de la manera más obvia y menos sutil a todas las películas de ciencia ficción y de extraterrestres, del cine estadounidense hasta ahora de la forma más burda posible. Incluso es casi insultante la referencia a Wall E, teniendo en cuenta que es tan cercana en tiempo y espacio. Previsible, con poca imaginación para sortear lugares comunes y clisés. Tampoco posee la cuota de lirismo, emoción, crítica social y profundidad dramática con personajes inteligentes, ambiguos de las películas de Pixar, sino que se acerca demasiado a la superficialidad, humor oportunista, localista del cine Dreamworks. A pesar de todo, se puede decir que tiene una mirada bastante crítica con la actitud militar (aunque también se le perdonan todos los actos violentos, por lo que dicha mirada es ambigua).

Y más allá de los puntos en contra que los críticos “mayores de edad” vemos, hay que admitir que la película está orientada hacia un público infante que la va a disfrutar como si fuera lo mejor que vieron en la vida… y también hay que confesar, que la película entretiene y divierte en elementos básicos. Quizás si la hubiésemos visto con las voces originales (The Rock, Justin Long, Jessica Biel, Sean William Scott, y especialmente Gary Oldman y John Cleese) nos habríamos divertido más, y que para ser una película de animación española a lo Hollywood sale airosa. Pero doblada al español, solo nos termina remitiendo a un mediocre dibujo animado estadounidenses lleno de convencionalismos. Igualmente, siempre los habrá mejores y peores.