Piratas! Una loca aventura

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Calaveras de plastilina

“¡Piratas! Una loca aventura” renueva el humor y la magia en altamar.

Todo parece divertido en esta película de animación basada en dos libros infantiles, cómicos, de piratas. Según el editor de esas novelas, el autor las escribió para convencer a una muchacha de que abandona­ra a su novio por él. No logró con­quistarla, pero al me­nos atrajo a la industria del en­tre­tenimiento. Uno de los fun­da­dores de un estudio dedicado a la animación en plastilina se interesó en transformar dos de esos libros en ¡Piratas! Una loca aventura. Estamos hablando de Peter Lord, conocido también por realizar Pollitos en fuga, por producir los populares unitarios para televisión y el largo de Wallace & Gromit, La batalla de los vegetales.

¡Piratas!... tiene toda la magia de esa técnica desarrollada hasta la genialidad por estos artistas. La historia es la de un grupo de piratas de segunda categoría, comandados por un sujeto que se encuentra frustrado por no haber podido ganar nunca el concurso de Pirata del Año.

El desafío está por realizarse una vez más, y los competidores, dueños de enormes botines y mejores barcos, parecen ser demasiado para él. Al ver herido su orgullo por las burlas, decide cumplir con su sueño a cualquier costa, incluso si la reina Victoria le ha puesto precio a su cabeza o si la versión caricaturizada de Charles Darwin, el gran científico, se cruza en su camino y amenaza con echarlo a perder todo torpemente.

¡Piratas! tiene mucho, pero mucho humor, tanto en los diálogos entre los personajes, como, arrolladoramente, a través de las interminables posibilidades creativas que brinda la plastilina, que además le confiere a todo un clima de calidez típico de lo hecho a mano.

Temas como la amistad, el compañerismo, la rebeldía, la valentía, y la lealtad, están presentes en el relato, pero lo importante no es sólo que la película pueda revivir esos valores, sino el cómo lo hace.