Piratas del caribe: Navegando aguas misteriosas

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

Juventud pirata

Dreadlocks, cicatrices y el humor siempre descolgado del capitán Jack Sparrow. Esta marca registrada se potencia en la cuarta parte saga de Piratas del Caribe: navegando aguas misteriosas, donde el histriónico Johnny Depp es capturado en Londres e, ingeniosamente puede escapar. Pero no por mucho tiempo.

El convertido Barbossa (Geoffrey Rush), que sirve a la corona británica, encabezará una expedición para buscar la Fuente de la Juventud. ¿Y quien será su guía? Sí, Sparrow. La bella Penélope Cruz –con quien Johnny había trabajado en la peli Blow- encarna a Angelica, una española cuyo corazón es seducido por el inefable pirata. Y en medio del rodaje, se supo del embarazo de Penélope (en pareja con el actor Javier Bardem) por lo que en algunas escenas fue reemplazada por su hermana Mónica.

Volviendo al filme, la fugaz aparición de Keith Richards –como el padre de Sparrow quien en una taberna le da algunos breves consejos- es una de las perlas del film. Y si hablamos de perlas, la mítica embarcación pirata cae en manos del archienemigo de Barbossa: el villano Barbanegra (Ian McShane), un enigmático personaje que también está detrás de la fuente rejuvenecedora.

La película toma color –y calor- con la aparición de las ninfas de los mares, las sirenas cuyo encanto hechiza a los piratas y, sobre todo, a un cura enamoradizo que caerá en brazos de una ninfa. Un dato: una de las sirenas es la bellísima modelo argentina Jorgelina Airaldi, que en la película (bajo guión estricto) le pega un cachetazo a Depp.

Una legión española también está tras la fuente. Y dejarán su sello conquistador en la misteriosa isla.