Piratas del caribe: Navegando aguas misteriosas

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

La eterna juventud de Jack Sparrow

Por cuarta vez, el público se encuentra con el antihéroe Jack Sparrow y la aventura a bordo de barcos fantasmagóricos, comandados por chiflados. Rob Marshall dirige la nueva película de la saga, Piratas del Caribe en aguas misteriosas , manteniendo el diseño de las anteriores, el humor absurdo y a Johnny Depp como bufón inspirador. El actor revolea los ojos siempre tan delineados y logra un pirata que trastabilla, aunque se mueve veloz y efectivo como las maldiciones que va armando el guión.

Piratas del Caribe 4 mantiene la continuidad de tono y abordaje de las aventuras, ventaja o desventaja de la película, según la lente. Esta vez, Sparrow busca la fuente de la juventud y vuelve a encontrarse con obstáculos fabulosos. Geoffrey Rush recrea su personaje Barbossa, ahora más terrenal y con una pierna menos. El corsario, al servicio de la corona británica (una variación lingüística que lo diferencia de los ‘piratas’), busca, además, a Barba Negra (imperdible Ian McShane), un maldito que terminó con el Perla Negra metiéndolo en una botella.

Piratas del Caribe en aguas misteriosas suma a Penélope Cruz en el personaje de ex mujer engañada por Jack, a tono con la facilidad para la traición y el pillaje propios de Sparrow.

La aventura se va complicando y suma barcos, tripulaciones raras, algunos zombies, sirenas que son pirañas y paisajes bellísimos, de cuento.
La película comienza con las correrías de Sparrow en Londres, una embarrada ciudad donde se corre la voz de que Sparrow, un impostor, busca tripulación. Entre pelucas, modales, encajes y manjares, la acción se inicia cuando Sparrow burla al rey. Hay aún más enredos cuando aparecen los españoles con flota propia, al tiempo que la bella Angélica (Penélope Cruz) conduce a Sparrow al Queen Annes Revenge, el barco del pirata Barba Negra.

Los efectos estimulan la imaginación: fuego en Londres, batallas a bordo, cañonazos y la seguidilla de desaciertos que caracteriza a Sparrow.
Las imágenes son tan contundentes en su protagonismo que poco importan los detalles del guión. Durante dos horas entretienen con los tics y fórmulas del género de aventuras en alta mar.

La película de Rob Marshall es una de piratas a lo grande, a lo Disney, siempre a tiempo para reiniciar la saga. Con una narración sin tregua, el ritmo de la película deja conforme al espectador adicto a Sparrow. Depp no ahorra piruetas al personaje, aunque tanto su actuación como la de las otras figuras pierden matices en la versión doblada al castellano.

La película requiere una dosis de adhesión al género, la estética y la fantasía en estado puro.