Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Muertos en el mar

La saga fantástica del excéntrico y divertido pirata del caribe Jack Sparrow y sus cómplices regresa en una quinta entrega con Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017), una nueva excusa para que Johnny Depp se disfrace de su famoso personaje y deslumbre con su ampulosidad y versatilidad.

Los realizadores de Kon-Tiki (2012), Joachim Rønning y Espen Sandberg, intentan regresar al tono impuesto por el director Gore Verbinski (La Cura Siniestra, A Cure for Wellness, 2016) en las tres primeras entregas de la saga para diferenciarla de la decepción general de la cuarta parte Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011), dirigida por Rob Marshall (En el Bosque, Into the Woods, 2014).

La historia pone a un costado a Sparrow, quien cede el protagonismo a una generación más joven, en este caso Henry Turner (Brenton Thwaites), el hijo Will Turner (Orlando Bloom) y Carina Smyth (Kaya Scodelario), que cumple un rol similar al de Elizabeth Swann (Keira Knightley). La trama pone a Henry a buscar el tridente del dios del mar, Poseidón, para romper la maldición que tiene a su padre atrapado en la embarcación maldecida, El Holandés Errante. En una batalla naval el hijo de Will Turner sobrevive a la masacre de toda la tripulación por parte de una fragata española hundida gobernada por muertos vivos, bajo el mando del capitán Salazar (Javier Bardem), atrapado junto a sus hombres en un limbo a la espera de que Jack Sparrow se desprenda de su brújula.

Para liberar a su padre, Henry se alía con Sparrow y con Carina, una científica sentenciada a muerte por brujería por sus avanzados conocimientos de astronomía y matemática, que también pretende encontrar el tridente de Poseidón para cumplir con las investigaciones de su padre. Cuando Sparrow intercambia su brújula por un trago en una taberna libera accidentalmente a Salazar, quien emprende junto a su embarcación de muertos una cacería de piratas, atacando a los navíos de Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), que finalmente se une con Salazar para entregarle a Sparrow y salvar su flota.

En esta intrincada historia de vaivenes que no dejan lugar a ningún tipo de reflexión, la producción incesante de entretenimiento inofensivo es la constante, dándose el lujo de incluir una escena con el músico inglés Paul McCartney, aquí un tío pirata de Sparrow. Con una muy buena dirección de parte de los realizadores noruegos, un buen guión de Jeff Nathanson (Robo en las Alturas, Tower Heist, 2011) y una andanada de efectos especiales demasiado invasivos, el film crea una historia compleja, con varios elementos interesantes pero sin mucho desarrollo de los mismos como por ejemplo el de la contraposición entre el mundo mágico y el científico y la vida pirata y la de los capitanes de los imperios marítimos que los perseguían para proteger los mares de los corsarios y bucaneros que los surcaban.

Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar cumple de esta forma con su premisa de generar un espectáculo para toda la familia sin grandes pretensiones. Con agilidad y muy buenas interpretaciones de un excelente elenco en el que se destacan Johnny Depp, Geoffrey Rush, Javier Bardem y Kaya Scodelario, el opus de Rønning y Sandberg narra con mesura este relato fantástico donde las leyendas y la historia se encuentran para dar rienda suelta a la imaginación y a un componente fantasmagórico.