Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar

Crítica de Leonardo González - Río Negro

La peor pesadilla de Jack Sparrow

La última vez que vimos las aventuras del Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) fue en “Piratas del Caribe: Navegando aguas misteriosas” (2011), hace más de un lustro. Hay que ser sinceros: las dos últimas entregas no habían sido demasiado buenas y había como cierta saturación con el personaje. Por eso este parate le vino bien, ya que oxigenó a la franquicia y le dio aire nuevamente al género de piratas.

¿Cuál fue la razón para esta quinta entrega? Fácil, “Piratas del Caribe” es la décimo segunda franquicia que más recaudó en la historia: 3.729.600.000 millones de dólares a nivel mundial. Demos entonces la bienvenida a “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017) y a la posibilidad de una nueva tanda de largometrajes.

La película comienza con un niño que se adentra en el mar en busca de su padre, un hombre que se encuentra condenado por una maldición. Su nombre es Will Turner (Orlando Bloom), el ahora capitán del Holandés Errante, y el pequeño quiere encontrar la forma de liberarlo. Años más tarde, y ya convertido en un joven, Henry (Brenton Thwaites), tal su nombre, navega con la armada real tratando de buscar el Tridente de Poseidón, un objeto que puede deshacer todas las maldiciones del océano.

Pero su barco da con el Triángulo del Diablo -más conocido como el Triángulo de las Bermudas- en donde yace el fantasma del Capitán Salazar (Javier Bardem) y su tripulación fantasma que acaban con todos los que entran allí. El joven Henry es el único sobreviviente, ya que siempre dejan uno para que cuente lo sucedido, y así logra saber quién es el responsable de que esos espectros se encuentren allí. Sí, el mismísimo Jack Sparrow.

Mientras tanto, Jack no se encuentra pasando su mejor momento y cree que la suerte lo ha abandonado. Tiene la mala idea de dar su famosa brújula, y esto es lo que libera a Salazar y los suyos para aterrorizar y matar a todos los piratas del mar. Además de ir en su búsqueda, claro está.

La única esperanza que tiene Jack de sobrevivir yace en el legendario Tridente, pero para encontrarlo debe formar una incómoda alianza con Carina Smyth (Kaya Scodelario), una brillante y hermosa astrónoma, y con Henry. Sparrow tratará de revertir su mala fortuna y también salvar su vida del enemigo más formidable y maligno al que jamás se haya enfrentado.

Uno de los cambios de la saga fue traer sangre nueva detrás de cámaras, en este caso a los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, responsables de, entre otras cosas, “Bandidas” (2006) y la nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera “Kon-Tiki: Un viaje fantástico” (Kon-Tiki, 2012). Y la verdad es que bajaron un poco la parafernalia que traía la saga y se enfocaron un poco más en la aventura y la acción. Muchas veces dijimos que suma sacar tanto efecto por computadora y hacer más hincapié en la historia.

De todas maneras, es un filme de “Piratas del Caribe” y hay mucho de esto, pero no de forma tan abrumadora como antes. El villano Salazar, interpretado por Bardem, es de los mejores que se vio últimamente en el cine. El español le pone su sello personal y hasta logra en ciertos momentos transmitir miedo. Otra inclusión muy buena es la de Kaya Scodelario, que no sólo cautiva con su belleza sino también con su talento.

En la película se encontrarán con un par de viejos conocidos, otros que regresan y la inclusión de Paul McCartney, que personifica al tío de Jack (les decimos a quién interpreta porque está irreconocible). Si se quedan hasta el final de los títulos, verán una escena final que dice mucho hacia adonde apunta la saga.

Jack Sparrow vuelve al abordaje para robarse los aplausos de la audiencia. Veremos si logra el botín suficiente para que continúe con sus aventuras.