Piñón Fijo y la magia de la música

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Dos décadas -años más o menos- de una trayectoria que logró aceptación del público, desde presentaciones callejeras en su Córdoba natal, pasando por la televisión local y nacional y los innumerables teatros llenos, avalan al payaso Piñón Fijo.
Con sus colores amarillo, rojo y azul, y una máscara blanca que le garantiza un anonimato voluntario --"para mantener la ilusión de los chicos"-- Fabián Gómez, su alma mater, hizo de este personaje una marca registrada y de convocatoria segura.
Ahora ha decidido llevar su trabajo a la pantalla grande y no de manera improvisada: en 3D, como corresponde a las demandas de los tiempos modernos, con los personajes hablando en neutro, a excepción de él mismo y de su inseparable amigo Cabrito, invita a una aventura que bien puede acompañar la familia.
Sin renunciar a sus principios de llevar la aldea al mundo, Piñón la transita desde los paisajes la provincia mediterránea, con un reparto de bichitos animados, propios de la fauna de la zona, y canciones que revelan un costumbrismo aggiornado al resto del planeta.
En ese contexto, Piñón escucha el pedido de ayuda de sus amigos ante la amenaza del malvado de siempre; para acudir a él, se transforma mágicamente en un payaso chiquito aunque de gran valentía, que combatirá el mal con picardía y el poder de sus canciones.
El gran toque de humor lo genera el siempre sarcástico Cabrito, desesperado porque Piñón ha desaparecido del mundo real.
Reidera, pícara, ingenua, la película propone un recorrido por un mundo de fantasía siempre bien recibido entre los más pequeños. Y lo hace desde el consabido triunfo del bien sobre el mal, sin que el castigo a los villanos resulte cruel, porque la idea es subrayar siempre lo bueno a rescatar de todo aprendizaje.
En una cartelera que se renueva constantemente con títulos para las franjas de preadolescentes a adultos, Piñón con la magia de su música resulta una propuesta a considerar en plan de iniciar cinéfilos desde la más tierna infancia.