Pinocho

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Volver al cuento moral de Carlo Collodi que tiene la característica de los relatos para niños que no ahorraban horrores para los pequeños que eran desobedientes con los mandatos del mundo adulto, donde o los metían en un horno o se los comía un lobo, fue un desafío del que salió airoso el director Mateo Garrone (Gomorra) también co-autor del guión con Massimo Ceccherini. Eligio ser fiel al original y apostar al realismo de los más pobres de la Italia rural del siglo 19. Y a eso le adosó la fantasía monstruosa de animales que se convierten en humanos o humanos que se convierten en animales, personajes que aleccionan, engañan de la peor manera, secuestran y casi se comen vivo al pequeño muñeco. En ese mundo al que escapa Pinochio, con su inocencia y su sed de conocimiento y libertad, donde pasará por situaciones terribles, desde encontrarse como Jonas en el vientre de una ballena a ser colgado de un árbol o a convertirse en burrito.. Tendrá un hada y una dama caracol para sustituir a su imagen materna, y aprenderá duramente que es lo correcto y lo que marca el corazón. Con imágenes pictóricas impresionantes de la Toscana y la Puglia, con una gran dirección de arte, una fotografía perfecta, la película tiene la magia y el encanto de algunos films de Fellini, la verdad y la inspiración, y todo lo que ocurre fascina con su oscuridad y candor. Ese niño no solo se convertirá en humano para bien de su padre, pierde ingenuidad, gana en sabiduría, es casi un adulto. Roberto Begnini en una de sus mejores interpretaciones. Y un elenco de notables y grandes actores.