Pinamar

Crítica de Mariana Ruíz - CineramaPlus+

Pinamar es la historia de dos hermanos, Pablo (Juan Grandinetti) y Miguel (Agustín Pardella), quienes viajan a la ciudad costera para dispersar las cenizas de la mamá y vender el departamento que heredaron. Los hermanos regresan a una Pinamar de baja temporada, desierta, con frio y viento, en donde se reencontrarán con la hija del encargado del edificio, que los integrará a su grupo de amigos para que tengan una estadía amena y no se sientan tan solos.

El relato es interesante: dos hermanos se quedan solos, vuelven a ese lugar de la infancia que tanta felicidad les dio, y en donde hay recuerdos por todos los lugares que caminan. Poquísimos diálogos se desarrollan a lo largo de la película (un recurso del que a veces abusan los directores). Primeros planos silenciosos, estáticos, demasiado extensos. Planos detalles que en algunas escenas quedan a libre interpretación del espectador y se suspenden en ese momento.

Si las escenas hubieran estado acompañadas por un flashback o narradas por los protagonistas, suplantando esos minutos silenciosos, entonces el resultado hubiera sido otro. El espectador podría identificarse en la mirada nostálgica de estos hermanos que perdieron a su mamá. Se rescata la dirección actoral, la dupla protagónica y la química que se observa. El director logró marcar el antagonismo a través de la manera en que cada hermano asume el duelo.

Con un poco más de cuerpo, el filme habría evitado generar esa sensación de querer adelantar la película al momento final, saltar los tiempos muertos que poco transmiten, para llegar a donde los protagonistas resuelven el cuasi conflicto de la trama. Federico Godfrid crea un fuera campo para que el espectador complete lo que no se ve, pero justamente lo interesante habría sido ver como él construye ese vacío narrativo.

Por Mariana Ruiz
@mariana_fruiz