Pina

Crítica de Javier Luzi - CineramaPlus+

Las cosas tienen movimiento

Este es un filme para aquellos que amen el cine y que posean sensibilidad a la belleza y se permitan la emoción.

Cuando Wim Wenders vio Café Müller en 1985 en Venecia, en el marco de una retrospectiva de Pina Bausch, quedó tan conmocionado que le propuso inmediatamente a la coreógrafa filmar una película. Desde ese día en cada nuevo encuentro ella le reclamaba el cumplimiento del proyecto y el director admitía que aún no sabía cómo encararlo con las limitadas técnicas que el medio le ofrecía. Con la aparición de Avatar y el uso del 3D, Wenders comprendió que había llegado el momento. Ambos se pusieron a trabajar. Con el fallecimiento sorpresivo de Pina en 2009, parecía que la película se cancelaría pero, encaminado como homenaje ineludible, todo el equipo técnico con la ayuda de los integrantes del Tanztheater Wuppertal Pina Bausch juntos forjaron esta maravilla audiovisual.

El uso del 3D y la manipulación de cámaras especiales permitieron que la difícil tarea de plasmar en el cine los movimientos pudiera lograrse sin que se perdiera la noción de dinámica propia del ballet ni que el marco ni el encuadre adoptado dejaran afuera los detalles ni la plasticidad de lo que se montó para ser visto en otro espacio escénico.

Cuatro coreografías ya clásicas del repertorio de Bausch (Café Müller, La Sacre du printemps, Vollmond y Kontakthof) se muestran en parte mientras se insertan imágenes de archivo de Pina y se cuelan brevísimos testimonios a cámara de los intérpretes del Tanztheater que, en un ramillete de lenguas (cada uno de ellos habla en su idioma original) -lo que origina una Babel que amalgama y supera las diferencias sin negarlas-, ofrecen su homenaje a quien fuera su amada mentora en palabras, para luego bailarlo en los escenarios naturales de la ciudad y los alrededores de Wuppertal: trenes aéreos, calles y autopistas, escaleras mecánicas, parques, arroyos y ríos.

Alcanzando -como pocas veces se llegó a plasmar-, un productivo multiculturalismo (razas, idiomas, género, nacionalidades, etc.) que no oculta las diferencias pero las ensambla en el sentimiento de la danza, Wenders filma un arte que representa al hombre moderno en sus cuestiones más íntimas y problemáticas (la soledad, la incomunicación, el dolor, la felicidad) y donde la política y la ética no se deslindan ni se niegan sino que se exponen y se plantean desde los cuerpos y los movimientos. Probando también que el 3D tiene algún sentido más que el arrojarnos objetos a la cara.

Más allá de los conocimientos que se posean sobre la danza, más allá de la práctica como espectador de ese arte, para aquellos que amen el cine y que posean sensibilidad a la belleza y se permitan la emoción, Pina 3D es un filme imperdible y una experiencia artística insoslayable.