Piedra, papel y tijera

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Versión cinematográfica de una inquietante obra teatral ( Sangre de mi sangre, estrenada en 2013), este film independiente de terror psicológico trabaja sobre la tenebrosa deriva de un vínculo familiar, cargando el clima de tensiones, amenazas y angustia pero sin renunciar al humor, que aparece en efectivas grageas para teñir de absurdo una historia de por sí extravagante.

Dos hermanos (Jesús y María José, una dupla de notoria impronta religiosa) que viven encerrados en la casa de sus padres, ya fallecidos, reciben la visita de una media hermana que se convertirá muy pronto en la víctima impotente de sus juegos macabros.

El eficaz trabajo de puesta en escena y la aparición de una serie de referencias explícitas a El mago de Oz, clásico indiscutible del cine caracterizado por su poder perturbador, acentúan el tono lúgubre y asfixiante de una película que también se beneficia con la solidez de su económico elenco. Tanto Agustina Cerviño y Valeria Giorcelli, quienes contaban con la ventaja de haber pasado por la experiencia de la versión teatral, como Pablo Sigal, capaz de construir desde cero un personaje oscuro, ambiguo, dominado fatalmente por la pulsión de muerte, supieron cómo plegarse al juego malsano de Piedra, papel y tijera, alejado de cualquier atisbo de inocencia.