Pescador

Crítica de Jorge Grez - El rincón del cinéfilo

Sexto largometraje de José Glusman (1), director, actor, productor y guionista, en esta ocasión coautor del guión con Iván Tokman, aborda una historia muy simple. Un hombre solitario, ermitaño, medio huraño, un pescador en su playa, en el parador, cuya vida empieza a cambiar. Con un pasado que no conocemos y que se empieza a develarse mientras las cosas se complican. Así todos estos cruces misteriosos van a desembocar en un policial negro, que no da para clasificarlo como playero, con una narración de características minimalistas.

antos (Darío Grandinetti) es un solitario enigmático que se dedica a la pesca, sufre dolores de cabeza cuyo efecto le hacen hasta perder el sentido, quien, al parecer, vive de la pesca, de la cual siempre vemos la acción, pero nunca el producto, mucho menos la forma de conservarlo, aunque en una ocasión lo vemos entregarlo en un hotel de la localidad, curiosamente vacío, al encargado solitario que lo recibe y le paga, presumiblemente destinado a futuros clientes, claro que las entregas no se repiten y los clientes no se verán.

Considero que, como me enseño un profesor, “lo que no está, no existe”, pero bueno, estos sólo son pequeños detalles que no tuvieron en cuenta los guionistas, y que nosotros como espectador ignoramos al finalizar la proyección, lo cual deja inconcluso el entramado del relato.

A esta playa de Santos llegan tres muchachos, una del grupo es Franca (Jazmín Esquivel, en su debut cinematográfico)), quien acompañará al protagonista a lo largo de la mayor parte del desarrollo de la trama, pero ojo con la escena final y el recoger de la red, pues será una sorpresa…

Juan Grandinetti, supuesto cocinero de un supuesto futuro restaurante, y Matías Marmorato, socio capitalista y cultivador de marihuana, asesorados por un funcionario amigo (con sospechosas intencione que van más allá del asesoramiento), una abogada (Gigi Rúa) defensora de Pedro (Emilio Bardi), amigo de Santos que cumple una condena en la cárcel, no se sabe muy bien por qué razón aunque luego algo se insinúa, mediante un flashback explicativo, el motivo y posterior liberación con su incidencia en la historia, lo que se supone nos prepara para el desenlace que el director tratara de hacer a la manera hollywoodense nacional, con explosiones a gran escala.

De los trabajos actorales en el rol principal, y único motivo de la película, Darío Grandinetti cumple de taquito su compromiso, con la presencia de un plantel que lo acompaña adecuadamente; la debutante Jazmín Esquivel, que me recordó a Valentina Bassi, cumple con el cometido, en tanto Gigi Rúa, Emilio Bardi, Juan Grandinetti, aportan granitos de arena, tampoco se les exige más debido a la esquematización de los personajes. La presencia especial de Gustavo Garzón (joyero) en un cameo, sino lo veo en los títulos no me doy cuenta de que existe.

Las escenas filmadas en las playas de Valeria del Mar, el bosque de Carillo, Pinamar, Ostende, son reiterativas y no aportan nada, ni siquiera las aves que comen los restos de la pesca nunca vista. Rodada entre octubre y diciembre el tiempo no los acompaño y la fotografía de Nicolás Trovato no pudo lucir la hermosura de esos lugares; mientras que la música de Fernando Iguacel y Cristian Martino trata de ser potente, acompañar y acentuar las acciones, y la compaginación de Emiliano Serra no ayuda en lo más mínimo para un mejor entendimiento de los 80 minutos de la obra. Claro está que el proyecto fílmico falla desde la base, es decir por un guión endeble por donde se lo considere. La sexta realización de Glusman decepciona, por lo que considero que ha quedado en deuda con el espectador, el que espera un futuro trabajo más elaborado.