Pescador

Crítica de Fernando Alvarez - Clarín

Un thriller sin anzuelo
Darío Grandinetti es un ermitaño que ve alterada su rutina con la llegada de tres jóvenes a la playa en la que trabaja.

Un páramo donde lo único que parece quebrar la tranquilidad es el sonido del mar y la presencia de Santos (Darío Grandinetti), un pescador ermitaño y poco comunicativo que tiene su rutina organizada. Tres jóvenes (Jazmín Esquivel, Juan Grandinetti y Matías Marmorato) llegan a esa playa con la intención de montar un parador para el verano mientras luchan con sus propias búsquedas e intentan sortear barreras burocráticas.

Aunque con desconfianza, Franca (Esquivel) y Santos cruzan sus caminos en este thriller dirigido por José Glusman que conduce a los personajes hacia terrenos menos cotidianos y más peligrosos.

Pescador, que participó en la Sección Oficial de la 43° edición del Festival del Cine Iberoamericano de Huelva, presenta un buen comienzo pero va perdiendo fuerza dramática con el correr de los minutos, en el que entran en juego un puñado de seres marginales.

De este modo, aparecen policías de dudoso accionar que aguardan el momento para volver al ruedo; hay un cultivo de marihuana que trae complicaciones: un inspector municipal que presiona al trío de inexpertos y Pedro (Emilio Bardi), el amigo de Santos que deja la cárcel luego de un fallido robo gracias al oficio de una abogada entrenada (Gigí Rua).

La historia contrapone la tranquilidad que ofrece el escenario natural de la playa con la violencia que esconde cada uno a través de una narración que descansa (quizás demasiado) en los silencios y en un enfrentamiento que tarda en llegar para enhebrar las vidas de personas solitarias en busca de su salvación.

Con acciones reiterativas (la pesca con red y la enfermedad que azota a Santos) y con diálogos que no generan el clima de suspenso ni la intriga que la historia requiere, el realizador también coloca su red en este relato que apresura la tensión sobre los minutos finales.

En el filme hay un cameo de Gustavo Garzón en el rol de un joyero, y Franca, uno de los pilares, aparece atrapada en el mismo registro actoral de Santos, debido a la parquedad que transita. En tanto, en la red gigantesca sólo quedan los peces y el suspenso pasa de largo, entre negocios y delincuencia.