Pesadilla en el infierno

Crítica de Gustavo Mendiola - Loco x el Cine

Justo cuando creías que era seguro mudarse a una alejada casa de campo llena de horribles antiguas muñecas, insectos muertos y un delicado diseño floral de decoración llega Pesadilla en el infierno (Incident in a ghostland, 2018), un violento giro del director francés Pascal Laugier sobre una retorcida invasión a domicilio.

Una madre y sus dos hijas (Beth y Vera, opuestas en cuanto a personalidad), se mudan a la casa heredada por una tía difunta. En su primer noche en la nueva casa, dos extraños intrusos irrumpen en el hogar y la madre los confronta en defensa de sus hijas. Esta noche deja traumas en las hermanas adolescentes y sus diferencias se acentúan aún más, Beth se convierte en una aclamada escritora de terror y tiene una familia perfecta en Los Angeles, en tanto Vera no pudo superar el mal rato y está sumergida en la locura.

¡Pero no!  ¿Fue solo una pesadilla? Al menos eso nos hacen creer cuando Beth se despierta aproximadamente una década después en una cama confortable. No solo es que ella está felizmente casada y tiene un bebé, sino que es autora un libro, un macabro best-seller titulado “Incident in a ghostland” que aborda en detalle cada instante de lo ocurrido aquella violenta noche. Sucede que ella recibe una llamada urgente de su hermana Vera, quien sigue viviendo en esa alejada casa con su madre, que la lleva a regresar y visitar la fuente de su trauma de niñez.

En tono con la filmografía de Laugier (no escuchen esas críticas de misoginia que está recibiendo el francés, esto es ficción y no un manual sobre como vivir), 2 mujeres son puestas a prueba y el límite es marcado por la destreza psicológica que estas posean o en caso extremo, hasta donde sus cuerpos resistan. Pesadilla en el infierno no es Martyrs en cuanto a gore y salvajismo, es verdad que estamos ante una película que coquetea con la porno-tortura y toma la violencia física como una parte importante del relato, pero en forma mucho más depurada, con otro estilo, del barroco, del gótico y de un Lovecraft que inspira a Beth en la escritura (hay cameo y mención del gran escritor); tomemos eso como un punto de partida para caracterizar a los grotescos villanos: un repugnante gordo que huele vaginas para saber si la víctima está en etapa de menstruación (si son muñecas o humanos, eso es secundario) y una oscura señora que parece salida de Van Helsing.

Podríamos resumir Pesadilla en el infierno en un combo letal: Melanie Martinez + Rob Zombie + Lovecraft. Es verdad que a Pascal Laugier le encanta mostrar en detalle a mujeres sufriendo, esta vez redobla la apuesta con un ogro sádico y pedófilo… ya lo dijeron en las arenas del coliseo y he aquí la cuestión ¿no hay que darle al público lo que el público quiere?