Pesadilla en el infierno

Crítica de Emilio Guazzaroni - Cinergia

Juego de muñecas

El director francés Pascal Laugier fue el encargado de dirigir y escribir Pesadilla en el infierno. Cuenta una historia atrapante de entrada, ya que no tarda ni diez minutos en arrancar, donde vemos a una madre (Myléne Farmer) con sus dos hijas adolescentes, Beth (Emilia Jones) y Vera (Taylor Hickson) instalarse en una antigua casa. Si bien pareciera algo visto anteriormente (el hogar está lleno de muñecas antiguas), se aleja correcta y rápidamente del cliché para adentrarse en la narración.

Lejos de jugar con espíritus o razones paranormales, el peligro se encuentra en dos seres humanos (Kevin Power y Rob Archer) que irrumpen en la vivienda de las protagonistas. De forma perturbadora, dan a entender sus psicópatas gustos con las muñecas antiguas.

Un guion que se destaca por sus giros narrativos, donde la película se vuelve sumamente interesante, con argumentos válidos para mantener el verosímil, sin sobrepasar lo anormal. Pone en duda al espectador con el clásico “juego” de no saber lo que es real y lo que es imaginario para los personajes.

Con respecto a la fotografía hay un trabajo muy bien logrado, acompañado por el sonido como arma fundamental en el género. Con el mismo, se logran varios de los sustos “traicioneros” y crean un ambiente perfecto para la relación entre suspenso y sorpresa. Con la dirección, la elección de casting, y el montaje terminan cerrando un círculo muy agradable para el tipo de largometraje.