Perón y los judíos

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Perón y los judíos arranca con una conferencia del historiador israelí especializado en peronismo Raanan Rein. Allí cuenta que, según sus investigaciones, Juan Domingo Perón no fue antisemita ni pro-nazi, sino un hombre que hizo del pragmatismo su principal norte político, al menos en lo que a la cuestión judía se refiere.

A partir de esa reflexión, y movido por la inquietud de indagar en los vínculos de su padre fallecido con el peronismo, el director y periodista Sergio “Shlomo” Slutzky realiza un viaje en el que lo personal, lo social y lo histórico se entrelazan para vislumbrar la compleja trama de la construcción de la memoria.

Durante ese recorrido entrevista tanto a personas que conocieron a su padre como a varios historiadores e intelectuales referentes de la comunidad. A través de ellos descubre, primero, que su padre no era el “gorila” que él pensaba, pero también que la relación con el peronismo está menos atravesada por lo religioso que por clase social y los recuerdos de la infancia y la juventud de cada entrevistado. Así, mientras algunos veían en este movimiento una amenaza opresora, otros focalizan en el sentimiento de libertad y las posibilidades de ascenso social de aquella época.

Slutzky indaga en los pliegues de la relación cambiante, casi bipolar, de los dos primeros mandatos de Perón con los judíos: el mismo gobierno que se abstuvo de votar la creación del Estado de Israel, fue el primero en enviar un embajador. La película navega en ese mar de contradicciones balanceando opiniones y miradas, en lo que podría catalogarse como una réplica de la famosa “Tercera posición”.