Perfectos desconocidos (2018)

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

A veces un celular puede convertirse en un arma. Para comprobarlo hay que ver "Perfectos desconocidos". Basada en la lograda y exitosa película italiana de Paolo Genovese, ahora es Alex de la Iglesia, nada menos, quien se atreve a dar su versión con actores españoles. Más allá del cambio de escenario, que aquí es en un coqueto departamento de Madrid, no hay demasiadas diferencias con la historia original, a excepción de una vuelta de tuerca basada en un eclipse que le vino de perillas a esta comedia agridulce. La invasión de las nuevas tecnologías (representada en los teléfonos celulares) en la vida de los mayores de 40 años es el disparador de esta trama. Un grupo de parejas de amigos y un soltero crónico se juntan a cenar y deciden pasar una noche con algo de emoción y sin secretos. Para eso no tienen mejor idea que poner todos los celulares sobre la mesa y usar el altavoz para que los comensales escuchen los llamados o mensajes de voz. El complejo tema de convertir algo privado en público es una piedra en el zapato que lastima. Porque cada uno de estos amigos y amigas, supuestamente superados, algunos profesionales de buen pasar y otros con problemas para conseguir empleo, tienen un muerto en el placard. La película pone a prueba la delgada línea que separa la verdad de la mentira. Y también muestra, como en "Match point" de Woody Allen, que todo puede cambiar de cuajo cuando la pelotita pasa para el otro lado.