Percy Jackson y el Mar de los Monstruos

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Revancha de la mitología griega

El segundo capítulo de esta saga está mejor logrado que “El ladrón del rayo”.

Un comienzo azulado con medusas que buscan zambullir al espectador en un mundo de fantasía. Competencias medievales que recuerdan al aspecto lúdico de la saga Harry Potter, cuyo público huérfano captura Percy Jackson y el mar de los monstruos, una secuela cinematográficamente mejor lograda que la de El ladrón del rayo ( 2010), basado en el libro de la saga literaria Percy Jackson y los dioses del Olimpo, del escritor estadounidense Rick Riordan.

Percy, único hijo vivo de un dios olímpico (Poseidón), protagoniza este filme que cayó en manos de Thor Freudenthal (El diario de un chico en apuros, Hotel para perros) donde se combinan recursos literarios, aspectos básicos de la mitología griega y una dosis de contemporaneidad: podran ver como los papiros se manejan en tablets o el temible Toro de Colchis es un bronceado diseño robótico.

La leyenda cuenta que Thalia, hija de Zeus, se sacrificó para salvar a sus compañeros. Su cadáver se transformó en un pino y su poder mágico creó una barrera de protección del Campamento Mestizo, reducto donde viven Percy y sus amigos. Dicho lugar peligra por el envenenamiento del árbol.

La misión: un grupo de estudiantes deberá rescatar el Vellocino Dorado, un manto mágico con poderes de sanación en manos del temible cíclope Polifemo. Para llegar a él, Jackson y cía deberá atravesar las aguas infectadas con infinidad de monstruos marinos.

Nuestro héroe, por el frío carácter actoral de Logan Lerman y/o directrices del guión, no asoma la cabeza por sobre los papeles secundarios. El protagonismo viaja de mano en mano: pasa por la aguerrida y soberbia Clarisse (la blonda Leven Rambin) o recae en Annabeth (Alexandra Daddario), la semidiosa hija de Atenea.

A ellos se sumarán el chistoso sátiro Grover Underwood (Brandon Jackson) junto al personaje más aprovechado: el ignífugo cíclope Tyson (Douglas Smith), medio hermano de Percy, que usa anteojos negros para que no lo burlen por su único ojo.

En esta película se viaja vertiginosamente de una situación a otra sin perder jamás su atrapante halo mágico-mitológico. Aunque el suspenso escasea, podremos conocer a la fantasmal portavoz de Delfos, hacer un fugaz viaje con el Taxi de la Perdición de las hermanas Gray y hasta caer en las fauces del remolino devorador de Caribdis, de lo más impresionante del filme por su gran escala.

Hacia el final del metraje, que en ningún momento se hace tedioso, las miradas se depositarán en la gran recreación de Cronos y su poder infernal.

Percy Jackson... es ideal para que los más jóvenes se acerquen a la mitología griega. Y así no dejen de leer. Y saber.