Pequeña flor

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

El reconocido director argentino, realizador de «El estudiante«, «La Patota» (entre otras reconocidas películas) presenta en esta oportunidad una coproducción entre Francia, Argentina, Bélgica y España que tuvo su paso por el Bafici 2022 y llega a las salas este jueves. El film es un relato desconcertante, arriesgado e impredecible.

«Pequeña flor» es un adaptación libre de la novela homónima de Iosi Havilio, una comedia negra despojada de toda fórmula e irreverente desde su planteo y narrativa. La cotidianidad de una pareja que acaba de traer al mundo a su primer hijo, el desempleo que castiga a uno de ellos, el cambio de roles en la dinámica familiar, las terapias, la necesidad de desquitarse con alguien como rutina forman parte de este particular universo dirigido por Mitre y escrito por él junto a Mariano Llinás.

Lucie (Vimala Pons) y José (Daniel Hendler) son los protagonistas de «Pequeña Flor». La química entre ambos actores es notable: componen un matrimonio que atraviesa una crisis y varias desventuras hasta que vuelven a reencontrarse, a reenamorarse. Dentro del frenético mundo de esta pelicula las escenas más íntimas son aquellas dónde ambos se encuentran, se miran, dialogan. Cómo si todo lo demás fuera accesorio a la relación de Lucie y José (¿Lo es?)

El universo irreal, lúdico y hasta gore en Pequeña flor se narra en la relación que José mantiene con su excéntrico y adinerado vecino Jean-Claude (Melvil Poupaud), con quién construye un vínculo muy particular dónde la fatalidad como rutina se encuentra presente de modo recurrente, como un loop semanal que José vuelve a vivir con ansias y devoción.

Otro de los personajes llamativos de la película es el terapeuta al que acude Lucie, Bruno (Sergie López), quien interfiere en la relación de la pareja y se convierte en una persona de total desagrado para José.

Son varias las temáticas y los géneros que recorre Pequeña flor, y hasta puede resultar demasiado para digerir en una audiencia desprevenida. Resulta necesario tener en cuenta que hay que quitarse las ideas preconcebidas de la cabeza sobre lo real y lo imposible al ver este filme.

Está claro que Mitre no apuesta aquí a las convenciones, se centra en los hechos, en la acción más que en la palabra. Visualmente la película tiene escenas de gran impacto, mientras que el guión se apoya en pequeñas e intensas escenas entre Pons y Hendler.

Un film peculiar y arriesgado que sin duda no será fácil de olvidar para quienes se adentren en él.