Pensando en él

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta coproducción argentino-hindú es posiblemente lo mejor que ha realizado el director Pablo Cesar, lo cual no implica un calificativo bondadoso. Son dos historias narradas de manera simultánea separadas temporalmente, lo que en esa estructura se mantiene a lo largo de toda la proyección

En la actualidad Felix (Hector Bordoni) es un profesor de geografía de un instituto correccional de menores (si algo debe ser mal escrito, mal filmado, y peor actuado, remítanse a esta sección del filme). El problema es que el método de enseñanza, formas y contenidos de éste profesor lo dejo de llevar a cabo casi con seguridad Domingo Faustino Sarmiento Por casualidad descubre, a partir de un libro que encuentra por alguna eventualidad del guión, un “nuevo” modelo de enseñanza, el creado por Rabindranath Tagore, muerto hace casi 80 años.al que el personaje lo toma como novedoso.

Tal es la razón que promueva un viaje de Félix a la india lo es tan inverosímil como que sirva de justificación para ficcionalizar el encuentro real entre el poeta indio y Victoria Ocampo, en 1924, en Buenos Aires. Si algo se acerca a lo atractivo está en la segunda historia, basada en gran parte en hechos reales y sustentados por la mutua admiración.

La diferencia cromática impuesta de un tiempo a otro, lo antiguo en blanco y negro, es sólo a modo de que se reconozca inmediatamente en cual de las dos historias estamos siendo sumergidos, de manera casi innecesaria, cuya recreación de época es buena.

Todo aquello no creíble en la historia actual, se debe en parte a la dirección del realizador tanto como a la propia performance del actor argentino, se muestra en las antípodas en la historia que transcurre de 1924 a 1941. Gracias a la actuación de Víctor Banerjee como Rabindranath Tagore, pero principalmente por Eleonora Wexler interpretando a Victoria Ocampo, es realmente asombroso como uno ve a Victoria en el rostro y el cuerpo de Eleonora.

Que ninguno de los tres, ni Tagore ni Victoria, e incluimos a la que personifica a la dama de compañía de Victoria, envejezcan nada en 17 años es sólo un detalle, quien se fija, que algunos diálogos están cruzados por la banalidad absoluta, también.

Si algo habría de modificarse en las vidas y en los personajes, se supone que la de Félix yendo a la escuela que fundo el ganador del premio Nobel de literatura en 1913, debía ser el parámetro del cambio. Pero nada sucede, y si sucedió no fue mostrado, no hay conflicto en ninguno de los dos relatos.

Parece haberse preocupado más por lo estético, o lo estructural, de establecer como mecanismo narrativo.

El uso de planos secuencias con pocos movimientos de cámara nunca están injustificados, siempre acompañan el recorrido de los personajes, y eso está bastante bien logrado, al igual que la dirección de fotografía en la difícil tarea de no mostrar saltos cuando pasan de una época a otra.

Lo insubstancial de todo el texto fílmico se debe más que nada a una intención grandilocuente por parte de los productores y del director de intentar reestablecer un acercamiento al poeta hindú, sin dar cuenta que en principio, y como axioma, no debe aburrir, y lo hace en las casi dos horas de duración del filme.