Paw Patrol: Mighty Pups

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Desprendimiento de la seria presentada por Nickelodeon, que ya lleva seis temporadas, este producto apunta al mismo público infantil sin demasiadas pretensiones. En realidad estamos frente a un filme de 85 minutos que está conformado por cuatro capítulos que no tienen un hilo conductor, no hay un conflicto único que atraviese o se sostenga a lo largo de la proyección, presentados cada una como una nueva aventura.

En la que abre el filme, el alcalde Humdinger pone en marcha uno de sus planes más audaces: ser el primer Alcalde en pisar la luna.

Con la ayuda de su sobrino Harold construye un cohete en el que pretende llegar hasta el satélite de la tierra. Pero, como siempre, su plan sale mal y el cohete termina saliendo sin él. En el camino el cohete desvía la ruta de un meteoro, haciendo que éste se dirija hacia la tierra, las predicciones dicen que caerá en Bahia Aventura.

Los cachorros de la Patrulla Canina unen sus fuerzas para evacuar las calles y proteger a los ciudadanos de Bahía de la Aventura.

Después de que todos están en un lugar seguro, el meteoro cae a la playa. Los cachorros, y os de Harold son los primeros en llegar y cuando divisan la roca espacial una gran explosión de energía dorada los alcanza.

Así es que se hacen de ciertos superpoderes: Chase puede correr súper rápido, Rocky crea herramientas de energía, Skye puede volar, Rubble gana súper fuerza, Everest puede congelar las cosas, Marshall logra controlar el calor y Zuma el agua. Claro que nada es para siempre.

El problema, o visto de otra manera, la honestidad del producto es que es sólo eso, no hay nada que tenga poder de seducción para los adultos que lleven a sus hijos al cine, el aburrimiento para estos está garantizado, siempre y cuando los niños se lo permitan. Claro.

Es asombroso a la sazón, en estos tiempos en que los chicos compran y los padres pagan, (bueno, siempre fue así). ver un filme que no tiene la mínima intención de cautivar a otro público, más allá de sus clientes cautivos por la televisión, llevados a una sal de cine.

Esto también podría tomarse como elemento de disuasión, ya que están advertidos, no verán otra cosa diferente a lo que están acostumbrado en pantalla grande, mejor sonido, colores más brillante, puede ser.