Paula

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

El director Christian Schwochow le rinde homenaje a la vida y obra de la pintora alemana Paula Modersohn Becker en Paula, un retrato emocionante sobre la emancipación artística y la lucha por la libertad creativa en un terreno machista y conservador.
“Vamos a hablar sobre tu futuro. Tenes 24 años. Necesitás un plan que no sea demasiado extravagante. Podés encontrar un marido y pintar por placer si él lo permite, o podés encontrar un trabajo como maestra o institutriz. Nunca harás nada extraordinario como artista. Una mujer no puede ser pintora.”

El año es 1901 y estamos en Alemania. La joven que escucha este discurso paterno no está de acuerdo con estas declaraciones y realmente cree que su destino es pintar. Su nombre es Paula Modersohn-Becker y fue, sin lugar a dudas, una artista pionera que vio más allá de la realidad. Una rebelde incomprendida que no creía en las normas establecidas y que se enfrentó a los hombres en un terreno completamente conservador: el arte. Y, a pesar de todo, se convirtió en la primera mujer en tener un museo dedicado exclusivamente a ella. El poco tiempo que tuvo lo aprovechó para pintar más de setecientos cincuenta lienzos y cerca de un millar de dibujos.

El film retrata el paso de Paula (Carla Juri) en la academia Worpswede, cerca de Bremen, donde se le corrige su modo de pintar porque según su profesor: “la pintura ha de ser fiel a la realidad”. Allí se enamora de Otto (Albrecht Schuch), un colega recientemente viudo y con una pequeña hija. Se casan e inician una vida en común que resulta tediosa en todos los aspectos.

En medio de una tensa convivencia y una rutina monótona, Paula acepta la invitación del poeta Rainer Maria Rilke (Joel Basman) de marchar a París. Finalmente se enfrenta a su esposo y le reprocha que en cinco años de matrimonio no hayan tenido relaciones sexuales. En la Ciudad Luz Paula encuentra la libertad que tanto anhelaba, aunque económicamente sigue dependiendo de Otto. Las presiones son muy fuertes y recibe la amenaza de que pueden llevarla a un psiquiátrico bajo el diagnóstico de histeria femenina. Un excelente ejemplo de los mecanismos históricos de dominación y marginación para las mujeres. Otto decide viajar y acompañarla. Este encuentro trae consigo un nuevo comienzo y otra realidad que enfrentar.

Bajo la gran dirección de Schwochow, la vida de Paula se resume en un film combativo y que resulta un aporte valioso para la lucha feminista. Paula sufrió la marginación de pintora por el solo hecho de ser mujer y al mismo tiempo sufrió por ser una esposa mantenida a quien se le negó la maternidad por considerarla inmadura. Ni profesional, ni sentimental, ni sexualmente, ni en la maternidad pudo realizarse. Pero sí creía en la igualdad. En una sociedad machista, donde los padres adoctrinaban a sus hijas a convertirse sólo en esposas y luego madres, Paula trataba de ser pintora cuando se concebía como profesión para los hombres y como dedicación en ratos libres para las mujeres. “Las mujeres nunca producirán algo creativo excepto hijos”, le afirmaban sus colegas hombres.

El hecho de que el arte sea también protagonista de la historia ayuda a que la película sea muy visual y esté impecablemente fotografiada por Frank Lamm. Principalmente los paisajes de la comunidad alemana de Worpswede que inspiraron a tantos. Otro punto que se destaca es la excelente interpretación de la actriz suiza Carla Juri que capta con mucha naturalidad el carácter fuerte y el espíritu libre de Paula.