Paul

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Carta de Amor para Nerds

Lo admito, soy nerd. No lo puedo reprimir más. Amo la ciencia ficción y los detalles bizarros. Estoy cansado de que los nerds seamos vistos solamente como bichos raros en las películas. Tenemos nuestra dignidad. Por eso, Paul fue escrita para nosotros.

El dúo británico conformado por Nick Frost y Simon Pegg se está convirtiendo en lo que algún momento fueron Laurel y Hardy o Abbott y Costello. Más allá de sus complexiones físicas, ambos conforman una pareja única, maravillosa, que con el correr de los años se consolida como una de las fórmulas humorísticas más efectivas que ha dado la televisión y el cine.

Si bien en Argentina aun son desconocidos (tanto Muertos de Risa como Arma Fatal se conocieron directamente en DVD, y la serie Spaced nunca se emitió) en Inglaterra y Estados Unidos (aun un poco menos) ya encontraron su lugar, su fama.

Escrita por ambos, pero dirigida por Greg Mottola (Adventureland, Supercool) la película narra las aventuras de Clive (Frost), un escritor de historietas de ciencia ficción y Graeme (Pegg), su dibujante y mejor amigo. Ambos juegan el rol del estereotipo nerd. Amantes de la ciencia ficción, cumplen su sueño de asistir a una Comic Con y posteriormente alquilan una casa rodante con la cual planean hacer el recorrido turístico “extraterrestre”: llegar al famoso Área 51, el “buzón negro”, etc. Sin embargo, cuando un auto se estrella delante de ellos, se encontrarán con Paul, un alienígena que ha vivido demasiado tiempo entre los terrícolas, y que ha aprendido el idioma y todas las costumbres hasta convertirse en un estadounidense más. Paul se ha escapado del Área 51, donde daba asesoramiento de varios tipos (la película tiene el flashback más divertido e injustificado que recuerde) y ahora planea… volver a casa. Con la ayuda de Clive y Graeme será posible. Sin embargo serán perseguidos por el FBI y el padre evangelista de la gerente de un camping, a quien secuestran en el camino (Kristen Wigg).

Sin demasiadas pretensiones estéticas, Mottola lleva adelante una película posiblemente poco personal (aunque la amistad es un tema preponderante de la historia y de su filmografía), pero sin duda la más divertida y sólida de su carrera. El guión de Frost/Pegg es perfecto en cada aspecto narrativo. Los personajes son inmensos, ricos en matices, esquivan el lugar común, aun cuando deben interpretar estereotipos. Pero el mejor de todos es sin dudas, Paul. Generado por CGI y Caption Motion, se trata de un extraterrestre más humano que cualquier actor. No solamente el diseño e interacción resultan más verosímiles que los acostumbrados efectos especiales de los grandes tanques hollywoodenses, sino que con la voz de Seth Rogen, logra conmover un comportamiento tan natural y palpable de parte de una personaje creado por computadora. Esto no debe sorprender. Los personajes de Pixar son tan creíbles como Paul. Y si se le puede criticar algo, aunque sea muy pequeño a la película de Mottola, es que adquiere tanto protagonismo que opaca a todo el excelente elenco que tiene detrás, especialmente a Frost y Pegg. Cuando Clive y Graeme están solos, se extraña la presencia del extraterrestre.

Más allá de Rogen, es indudable el talento de ambos para generar humor constantemente y al mismo tiempo, resultar creíbles en sus comportamientos. No hablo de una caricaturización de los nerds, sino de una comprensión y empatía hacia los personajes. Como si se estuviesen interpretando a ellos mismos. Igualmente hay un gran elenco atrás encabezado por Bateman y Wigg, seguido Bill Hader, John Carroll Lynch y varios cameos que no vale la pena develar.

Lo cierto es que el trío Mottola/Frost/Pegg apunta directamente al ojo cinéfilo. Abundan citas a frases célebres, canciones, personajes e intérpretes de films de culto de ciencia ficción de los últimos 30 años. Desde La Guerra de las Galaxias hasta la saga Indiana Jones, pasando por E.T. Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Volver al Futuro, Alien, y la serie Viaje a las Estrellas (original). Incluso, como dichas citas no quedan explícitas hay varios momentos particulares que permanecen incomprensibles para los que no hayan visto estos films.

Si en Super 8, J.J. Abrams (muy buen amigo de Pegg, vale aclarar) le rinde tributo a Spielbeg, en Paul, los guionistas le levantan un monumento y se dan el lujo de involucrarlo en la trama. Son dos films que sin la presencia omnipresente de Spielberg, no se hubiesen realizado.

A diferencia de sus anteriores obras, Mottola no recurre (aunque hubiese podido) a golpes de efecto sentimentaloides. Paul es humor puro de principio a fin, coherente, sutil, zarpado, cinematográfico. Mottola utiliza efectos visuales con discreción y siempre a disposición de la historia de amistad que desea pregonar.

Hay lugar para la sátira política y religiosa, pero tampoco se regodea en ello.

Un festín para nerds, cinéfilos, fanáticos de Spielberg, de Pegg y Frost, y sobretodo de la ciencia ficción, Paul es una comedia espectacular sin demasiadas pretensiones; una buddy movie, una road movie, una sátira honesta pero respetuosa, a los films con los que nos criamos, aquellos que rondamos los 30. Una obra redonda, tan genial, que parece haber sido concebida por extraterrestres… para un público netamente nerd como yo.