Paternóster

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Entre tinieblas

En esta película de terror psicológico, un hombre desconfía de su mujer embarazada.

El terror psicológico se cruza con el costumbrismo barrial en Paternoster, opera prima de Daniel Alvaredo. Tito (Eduardo Blanco), un fotógrafo aficionado, tiene su negocito, su barra de amigos, una linda esposa (Adriana Salonia) y, a punto de cumplir 50 años, está por ser padre por primera vez. Como si este momento de su vida no fuera lo suficientemente bueno, recibe una inesperada herencia de un pariente lejano: una casita en el campo. Pero la realidad empieza a enrarecerse y todo lo que parecía parte de la normalidad cotidiana adquiere un aspecto siniestro. ¿Es su percepción o, en efecto, está ocurriendo algo extraño?

El guión juega constantemente con la duda acerca de si estamos ante un caso de paranoia patológica o una víctima de una conspiración de fuerzas diabólicas. Todo depende del cristal con el que se miren los hechos, parece ser el mensaje. En esta línea, hay un abuso de intentos por despistar al espectador con escenas ambiguas, que están entre la realidad y la alucinación, sin que termine de aclararse a qué orden pertenecen. Pero por momentos logra crearse el clima ominoso necesario para generar suspenso y mantenernos pendientes de lo que va a ocurrir a continuación, sobre todo en las partes que transcurren en el campo, con el monte, una laguna y la noche como testigos. Alvaredo -actor y director con experiencia en televisión- tiene la virtud de sugerir más que mostrar.

Pero hay varios elementos que conspiran contra la eficacia de la propuesta. El bajo presupuesto se nota demasiado en la realización, al punto de que la mayoría de las escenas de interiores están teñidas de una pátina de TV berreta. Las actuaciones son otro escollo insalvable para la credibilidad de la película, a excepción del protagónico de Blanco (extrañamente fuera del registro de cómico triste al que nos acostumbramos a verlo). Hay, además, algunos giros de la trama muy forzados y unos cuantos lugares comunes del género que tampoco ayudan a que Paternoster termine de funcionar.