Paternóster

Crítica de Ezequiel Tozzi - Revista Meta

Suena el grito de la tormenta, unos gatos riñen en la oscuridad y una escalofriante pintura mira desde el otro lado de la habitación. Tito desconfía de todas las ominosas señales que le rodean, pero aun así firma el contrato que el escribano le ofrece. Acaba de heredar una casilla de pesca, su pasatiempo favorito. Así inicia el thriller psicológico del director Daniel Alvaredo, que tiene como protagonistas a Eduardo Blanco, Adriana Salonia, Héctor Calori, Iván Balsa y un gran elenco.

Tito es un fotógrafo aficionado que ansía convertirse en padre antes de cumplir los 50 años, pero la inesperada herencia de una casita en el campo hará que su percepción de la vida y las relaciones, cambie por completo.

A pesar de tener un comienzo algo lento, cargado de esa pesadez de imágenes que parecen no desembocar en nada, poco a poco el filme logra crear un ambiente de suspenso y paranoia que mantiene al espectador atento a cada gesto, a cada matiz que pueda orientarlo para desentrañar la verdad oculta ¿Es víctima de una conspiración o todo es parte de su imaginación?

Dejando de lado algunos elementos visuales, como cierta iluminación en las escenas interiores que parecen sacadas de la TV o algunos desaciertos de sonido, la película se disfruta porque ofrece un género diferente al que estamos acostumbrados en el cine argentino.

“A mí me gusta ver cómo funciona cada género”, cuenta el director Daniel Alvaredo y admite que cada vez que termina de ver la película “me cuesta retomar el aliento”, porque es una película cargada de emociones y violencia.

El protagonista Eduardo Blanco confesó que era la primera vez que la veía durante el estreno y que “las películas de género son de difícil distribución y exhibición y por eso ésta tardó cuatro años” en llegar a los cines.

Paternoster es un juego de palabras, porque es la traducción al latín de Padre nuestro, pero también hace referencia a una línea de pesca que consiste en preparar una trampa sencilla al poner los anzuelos a distintas alturas y la carnada justa para que la presa caiga. Un significado que se entremezclará con su sangrienta historia.