Paternóster

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Paternidad, miedo, brujería y lo siniestro

Tito es un fotógrafo aficionado a la pesca. Carmen, su esposa, está a punto de ser madre primeriza y Tito comenzará a obsesionarse con la paternidad y, para olvidarse en parte de esos temores, se refugia en una casilla junto al río. Allí conocerá a un vecino que le narrará fantásticas historias donde se anudan lo siniestro y algún vaticinio sangriento.

La existencia de Tito es día a día más angustiante: comenzará a sospechar que el niño por nacer no es de él y su apacible vida se verá transformada en un infierno cotidiano que lo llevará a los más oscuros meandros de su alma. Con su vecino, que aportará brujería y tentaciones, convergerán en un atrapante conflicto con un final inesperado.

El novel director Daniel Alvaredo impuso a la historia la necesaria cuota de suspenso y logró un film inserto en las más hondas encarnaduras del ser humano. Para ello contó con el muy buen trabajo de Eduardo Blanco, a quien secundan con acierto Adriana Salonia (la futura madre) y Héctor Calori (el vecino). Los buenos rubros técnicos, entre los que se destacan la sombría fotografía y una impecable y casi torturante música, transforman a este entramado en un espejo de vida convertida en diabólica y cotidiana tortura.