Paso San Ignacio

Crítica de Laura Pacheco Mora - EscribiendoCine

Piedra santa

Es así la naturaleza y la de aquellos que supieron interpretar y respetar las enseñanzas de la tierra; ellos nos abren las puertas de sus hogares y de su corazón. Ellos son mapuches, es una gran oprtunidad aprender de ellos que la respuesta siempre estará en los cuatro elementos: la tierra, el fuego, el aire y el agua y en el mejor de los casos, mimetizarnos con su pureza y honestidad.

Paso San Ignacio (2019) es una película documental escrita y dirigida por Pablo Reyero que narra la vida cotidiana, cultura y creencias de los descendientes del lonco Juan Calfucurá, principal líder espiritual, político y guerrero de la Nación Mapuche al este de la cordillera de los Andes, y cuyo padre fue guía del general San Martín en el cruce de los Andes. La tribu de Calfucurá habitó las pampas, controló la extracción de sal de Salinas Grandes. Luego de la conquista del desierto, quedaron asentados en el estratégico Paso San Ignacio, en la precordillera neuquina, su hijo Manuel Namuncurá y unos pocos sobrevivientes de la tribu salinera con su cultura, los restos del beato Ceferino Namuncurá, y una antigua piedra sagrada - el Newen - a la que le atribuyen poderes sobrenaturales y haberlos salvado del exterminio del blanco.

Planos en su mayoría fijos, en donde prepondera el sonido ambiente, -viento patagónico-, o el silencio que describe la hostilidad de los lugares en donde se desarrollan las historias relatadas por sus protagonistas, con testimonios desde sus hogares mirando a cámara, mirándonos, que connotan sufrimiento y franqueza, es lo que consiguió Pablo Reyero, quien no pretende alejarse del alma mapuche y sus valores necesarios en nuestra sociedad, inconsciente y desagradecida con lo que nos brinda la naturaleza. Con un contraste interesante y buscado. Esto se constituye en un acierto, ya que existe una conexión entre lo que se relata y lo que se imagina el espectador. Respeta la monotonía del pueblo, de los imponentes paisajes y la armonía familiar; sentir que tomamos mate junto a ellos, sin interrumpir sus rutinas es muy agradable. A través de las imágenes y sonidos naturales, logró estimular nuestros sentidos, además de provocar en nosotros, impotencia, rabia, entre otros sentimientos que nos conectan con nuestra parte más humana y despertar.

Una muestra de una tierra en donde nada parece crecer ni suceder, sin embargo acontece todo lo contrario. Mucho tenemos que aprender de los mapuches, quizás lo más importante sea que debemos seguir su ejemplo, respetarnos entre nosotros y no dividirnos. Esto es un gran logro de personas que comprenden el paso del tiempo a través del punto de vista de sus ancentros quienes dejaron un camino marcado como resultado de la experiencia. Es lo que escuchamos de estos pueblos sinceros, ellos toman desiciones a través de sus sueños, confían en sus intuiciones, sienten que existe algo más allá de lo que observamos a primera vista y tienen fe en la santa y poderosa piedra Newen.