Pasajeros

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Un viaje sin destino.

Una nave espacial realiza un viaje de ciento veinte años rumbo a un planeta donde la humanidad buscará una nueva oportunidad. Cinco mil pasajeros viajan en esa nave, todos ellos criogenados, para ser despertados poco antes del final del viaje que han emprendido. Pero algo falla y uno de ellos despierta por un error en su cámara de sueño. Se trata de un joven mecánico que no sabe lo que pasa hasta que descubre la terrible realidad. Es la única persona despierta en la nave y aun faltan noventa años para arribar a destino. Solo puede hablar con el robot barman de la nave, cuyo parecido con el barman de El resplandor es más que obvio. La película anuncia así que el joven mecánico Jim Preston (Chris Pratt) está al borde de la locura. Aunque la nave le suministra lo necesario para vivir, Preston sabe que vivirá el resto de su vida solo y morirá en esa nave. Entonces, con el paso del tiempo, comienza a dar vueltas en su cabeza una idea siniestra: Despertar a alguien más.

Quien no quiera saber nada más de la trama, puede dejar de leer acá. Lo que sigue adelanta puntos clave del guión. Preston observa a una mujer, la escritora Aurora Lane (Jennifer Lawrence) y mientras la contempla y la estudia comienza a desear despertarla. Lo hace, pero le oculta la verdad. Ambos comienzan a buscar la manera de solucionar el problema, pero todo parece imposible. Se enamoran, comienzan una relación, pero tarde o temprano ella descubre la verdad. Él ha tomado la decisión consciente de condenarla a ella a morir en la nave. Es imposible para el guión de una película mainstream lidiar con eso. Esa demasiado violento, poco noble y miserable como para que nuestro héroe sea tal. Es obvio que su destino debe ser uno: morir sacrificándose.

Es ahí que la película, cuyo primer tercio es un excelente exponente de ciencia ficción, comienza a quedar encerrada en su propio laberinto. O se desencadena la tragedia o se cae en vueltas forzadas de guión. La película elije lo último y se contradice todas las veces que puede, generando confusión en el espectador, haciéndonos creer que no importa cual final queríamos ver, todos los finales se dan en algún momento de la trama. Todo lo bueno que prometió la película no lo cumple, con lo cual sus fallas no están al final, sino desde el comienzo, cuando era claro que el viaje no tenía destino.