Pasajeros

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

Tras su nominada al Oscar El Código Enigma (The Imitation Game, 2014), y la exitosa Headhunters que lo llevó a Hollywood años atrás, el noruego Morten Tyldum parecía haberse posicionado como una sólida nueva promesa de la megaindustria del cine. Había ya dominado el thriller, el drama y el formato biopic. Sin embargo, su siguiente paso, la ciencia ficción, parece ser su prematuro primer limitante.

Pasajeros es uno de esos vehículos espaciales que busca contar algo más que un simple show de efectos especiales, y por un momento, así sea en un inicio cuando plantea su dilema moral (de una sola respuesta correcta, no obstante), casi que lo logra. La trama dispara una idea conocida pero eficaz para la ciencia ficción: el mundo tal como lo conocemos no da para más, y el humano comienza a explorar otras galaxias. Pero nada es tan simple a la hora de hacer la mudanza: como la distancia es tan larga como el equivalente a tener que combinar más de un millón de micros de larga distancia, la única opción viable es la criogenización (esa maravillosa solución sci-fi a todo dilema, no siempre muy plausible). Eso implica que, para llegar a destino, los pasajeros de esta suerte de Arca de Noe 2.0 deben "esperar" congelados varios siglos.

Jim Preston (Chris Pratt) es uno de esos pasajeros, que un mal día despierta con la desdicha de que aún faltan 99 años para llegar a buen puerto. Descubre con horror que, así como el Titanic no podía hundirse, la cámara de criogenización que no podía fallar....falla. Solo, desesperado y con la única compañía de un barman androide que no parece ser el mejor consejero, se plantea una interrogante peligrosa: ¿qué pasa si despierta a alguien más para combatir la soledad? Aquí aparece el dilema moral - y con ello Jennifer Lawrence-, y aunque éste se explora desde un costado en un principio adecuado, termina cediendo ante la presión del happy ending y la justificación que parece decir "sí, está mal, ¡pero mirá lo que es esa rubia!". Se incorpora tardíamente al elenco Laurence Fishburne, con el único objetivo de hacer que la trama gire hacia el punto que el guionista necesitaba para contar su final explosivo.

Pasajeros es un film pasatista, ciertamente entretenido, pero que aborda una temática pesada de una manera light, y no termina nunca de justificar. El condimento romántico sabe así muy amargo, ya que se nos dice que tenemos que empatizar con el protagonista, aún si sus acciones fueron detestables.