Pasajeros

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La culpa y la tristeza que potencia la trama hace que la tensión y el suspenso aparezcan como estrellas fugaces en este relato en el que se luce su dupla protagónica: Jennifer Lawrence y Chris Pratt.

Con el atractivo de la pareja que integra Jennifer Lawrence y Chris Pratt y un espectacular diseño de arte, llega este relato de ciencia-ficción realizado por Morten Tyldum -El Código Enigma- que coloca su mirada sobre el uso de la tecnología y las relaciones en situaciones extremas.

"Este no es el lugar donde quieres estar" le dice una androide al mecánico Jim Preston -Pratt, el actor de Jurassic World- cuando despierta, por error, noventa años antes de llegar a un planeta lejano y en una gigantesca nave espacial que transporta a cinco mil personas en estado de hibernación.

Desesperado, solo en su travesía interestelar y rodeado de tecnología de avanzada, Jim mantiene charlas con un robot barman -Michael Sheen- hasta que decide despertar a una de las pasajeras: Aurora Lane -la siempre bella y convincente Jennifer Lawrence-, una joven escritora que también sufrirá el encierro y la locura en medio del enloquecedor viaje espacial en el que todo el sistema comienza a fallar.

El fuerte de la película descansa en la escenografía que lleva a los protagonistas desde la camilla de diagnóstico Autodoc, pasando por una habitación confortable y hasta una piscina con un ventanal donde se observan las estrellas, un interior tan extenso como claustrofóbico y peligroso en el que se extrañan las presencias de otros seres humanos.

No menos peligroso parece el exterior cuando la nave amenaza con autodestruírse y la vida de Jim pende de un cable que lo mantiene unido a la nave. El film mezcla un tono romántico -más cursi sobre los minutos finales- en medio de la lucha por la supervivencia, sin gravedad, y con preguntas existenciales que se hacen Jim y Aurora, inmersos en las penurias de vivir en un presente con un destino incierto.

La culpa, el amor y la tristeza que potencia la trama hace que la tensión y el suspenso aparezcan como estrellas fugaces, inclinando la película hacia un desenlace cíclico. El tratamiento es original pero desparejo, y la elegancia de las imágenes ayuda a levantar vuelo en determinados tramos en los que la ciencia-ficción queda relegada ante la atracción y la búsqueda de la falla mecánica que los puede llevar a la muerte.