Pasaje de vida

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Historia con personajes estereotipados y frases hechas

El director Diego Corsini filma correctamente una trama que alterna entre la España de la actualidad y la Argentina de los años '70, donde se explora un tema complejo sin asumir la complejidad necesaria para lograr un buen resultado.

La década del '70 es sin duda la más retratada por el cine argentino a la hora de revisar su pasado. Esta obsesión ha sabido ser oportunista, genuina, comercial o artística, pero en la suma queda demostrado que se trata de un momento de Argentina que sigue estando presente hoy. La mayoría pasa sin pena ni gloria por las salas comerciales, lo que habla a las claras de que no alcanza con elegir ese período para interesar a los espectadores. Pasaje de vida se suma a esta larga lista y lo que aporta de novedoso es poco y nada. Camina por lugares ya conocidos y no arriba a ninguna revelación que valga la pena o haga la diferenciar.
La película transcurre en dos tiempos, o más bien en el presente con flashbacks hacia el pasado. El presente es España hoy y el pasado es Argentina en los '70. El protagonista en el presente es Mario, que debe acudir de urgencia a ver a su padre, Miguel, quien ha sido internado y está mentalmente deteriorado. De regreso al hogar, el nombre de una tal Diana aparece con insistencia en el discurso de Miguel, y Mario entonces se pone como doble meta saber quién es ella y a la vez entender cómo fue el pasado de su padre y su madre durante aquella época.
El centro dramático será el pasado y Miguel joven (bien interpretado por el Chino Darín), junto con su amor de juventud y su militancia en Montoneros por aquellos años terribles. El director Diego Corsini –de larga trayectoria como productor- filma correctamente y no estamos acá frente a uno de esos productos visualmente intolerables del cine político de los '80. Oficio no falta, claro, pero hoy por hoy, eso en sí mismo no alcanza. Estamos en el año 2015 y el cine que explora temas tan complejos debe asumir a pleno la complejidad para obtener buenos resultados. La manipulación del film y la toma de partido es más que clara, los personajes son estereotipos que repiten frases hechas, que en un espectador que ha visto mucho cine argentino ya no quiere volver a escuchar. Hace años que el cine político argentino ha madurado: desde los '90 que las posibilidades de volver al pasado han asumido formas más interesantes. Hace 30 años, esta película podría haber brillado, pero el tiempo pasa, el cine y la sociedad cambian. Mientras tanto, que igual se sigan haciendo estas películas, puede ser síntoma de una necesidad de seguir hablando del tema.