Pasaje de vida

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Lejos de quedar en el olvido, la siniestra historia argentina de los 70 no deja de tener impacto en el presente. Por supuesto, desde la llegada de la democracia, a fines de 1983, el cine se ocupó de revisar aquellos tiempos nefastos. De hecho, La Historia Oficial, aún hoy el ejemplo más paradigmático, ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera. La mayoría de esas películas retratan cuestiones relacionadas con los Desaparecidos, pero no suelen adentrarse en la psiquis de quienes, a pesar de las fuerzas armadas, decidieron arriesgar sus vidas por una visión. Pasaje de Vida toca ese punto exacto.

En la España actual, Mario (Javier Godino) trata de recuperar la relación con su padre, Miguel (Miguel Ángel Solá), quien viene de padecer una nueva embolia. En sus intentos por saber más sobre ese hombre que no le inspira demasiada confianza, que parece anclando en otro tiempo, Mario comenzará a investigar sobre el pasado de su progenitor. Pronto dará con una novela inédita, con detalles del pasado de Miguel como militante de la agrupación Montoneros, en una Argentina de clima cada vez más áspero. Pero, sobre todo, será el punto de partida para descubrir la lucha de una joven pareja en medio de una creciente violencia política.

El director Diego Corsini combina pasado y presente para contar dos historias relacionadas entre sí. Por un lado, la de un hijo haciendo lo imposible por comprender a su padre y averiguar la verdad sobre su verdadero origen. Por otro, la de Miguel (en su versión setentera, Chino Darín) y Diana (Carla Quevedo), dos obreros de una fábrica que, guiados por sus ideales, incursionan en una militancia basada en graffitis y otros actos de protesta inofensivos, para luego reemplazar los aerosoles por armas de fuego.

La película permite mostrar la intimidad de estos empleados devenidos en guerrilleros, sin condenarlos pero sin endiosarlos, sino presentándolos como personas siendo fieles a sus creencias y sentimientos en un país donde los cadáveres no paran de apilarse, por parte de todos los bandos. Al igual que Solos en la Ciudad, su ópera prima, Corsini trae una nueva epopeya intimista sobre una relación puesta a prueba, pero cambiando el tono de comedia romántica por el de un drama histórico con elementos de thriller y algunos toques de humor que funcionan para descomprimir un poco la dureza del tema y otorgarle humanidad a los personajes. Tampoco le escapa a las escenas de acción, ya que incluye un vibrante plano secuencia de un tiroteo.

Pero el peso mayor del film recae en los actores. Por el lado de los protagonistas, Chino Darín continúa afianzándose delante de cámara y Carla Quevedo sigue siendo una estupenda mezcla de juventud, talento, belleza y carisma. Miguel Ángel Solá hace gala de todo su oficio para componer a un hombre mayor, enfermo y atormentado por su pasado, muy bien acompañado por Godino. En cuanto a los secundarios, el debutante en cine Marco Antonio Caponi se destaca dentro de un estupendo elenco que, a veces con pinceladas, tiene su lucimiento: Diego Alonso, Carolina Barbosa, Alejandro Awada, Silvia Abascal, Manuel Callau, Andrea Frigerio y la reaparecida Charo López. Con un sabor similar al de El Secreto de sus Ojos (donde también participaban Godino y Quevedo), Pasaje de Vida es una película sobre amor y supervivencia en un entorno hostil, y acerca de cómo el pasado repercute en la actualidad.