Parasite

Crítica de Manuel Yáñez Murillo - Otros Cines

Después de abordar el género policial (Memories of Murder), la monster movie (The Host) y la ciencia ficción distópica (Snowpiercer), Bong Joon-ho pone su laboratorio de invenciones fílmicas al servicio de una dramedy familiar. Un acercamiento a las peripecias de dos clanes antagónicos (uno adinerado, el otro mendicante) que, como suele ser habitual en la trayectoria del surcoreano, despliega altas dosis de impureza genérica.

Aquí la ácida radiografía de la institución familiar se formula desde lo satírico, lo caricaturesco, y termina desembocando en una salvaje disección de la lucha de clases. La idea de lo social como brutal campo de batalla ya vibraba con fuerza en Snowpiercer, mientras que el interés de Bong por la realidad marginal puede atisbarse en todas sus película. En Parasite, el responsable de Mother abraza el relato de siervos y capataces, de oprimidos y opresores, para componer un laberíntico, vivaz y demoledor retrato de una sociedad deshumanizada y abocada a la autodestrucción

Sin miedo a caer en el esperpento, Bong construye la rocambolesca trama de Parasite a partir de un sólido esqueleto arquitectónico. La familia pobre malvive en un subterráneo donde subsiste, al límite de la esclavitud, gracias al empleo basura. Por su parte, la familia adinerada vive en una mansión palaciega diseñada por un prestigioso arquitecto. La alarmante diferencia entre estos dos modus vivendi empezará a resquebrajarse cuando el hijo de la familia pobre consiga entrar, a golpe de mentiras, en el servicio del clan snob.

El modo en el que la aparición de este sujeto anómalo desestabiliza el orden burgués hace pensar tanto en Teorema, de Pier Paolo Pasolini, con la figura del joven apuesto que destruye la armonía de una familia acomodada, como en El sirviente, de Joseph Losey, con su retrato claustrofóbico de cómo un mayordomo acababa sometiendo a su señor. En Parasite es el conjunto de la familia humilde la que consigue, a golpe de picaresca, inmiscuirse en los territorios de la alta sociedad, aunque ese camino de conquista inclemente, de asalto desesperado al poder, acabará con la dignidad y el bienestar de todos los implicados en esta fársica contienda social.