Paranoia

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

La telefonía celular ya tiene su película

Como una pompa de jabón, el misterio de Paranoia (¿no tenían otro nombre mejor?) explota en segundos. Y el resto, defrauda. El director australiano Robert Luketic (21: Blackjack, Una rubia muy legal) mostró las cartas rápido y reveló con qué nos encontraremos: un talentoso desarrollador de tecnología -para teléfonos móviles- que es despedido de una compañía, junto a su equipo de trabajo.

La firma es Wyatt, quien luego lo recluta a escondidas de su team para que se infiltre en la competencia y le informe de todos sus proyectos futuros. ¿Por qué? El despechado Adam Cassidy (Liam Hemsworth, cara de Los juegos del hambre) se gastó 16.000 dólares con su troupe en una noche de juerga “financiado” con créditos de la empresa que lo había echado. Entonces, a pagar, haciendo de topo. Un recurso tan ingenuo e infantil como el resto del filme.

Liam -es imposible creerle algo, con su porte de carilindo y la soberbia de la juventud- conquista a Emma Jennings (Amber Heard), una chica que vive del otro lado del puente. Una noche de sexo en Nueva York y el chico se enamora. Pero ella lo miró a él, lo buscó.

Así se dan las cosas en Paranoia, todo llega hacia Liam, para ello deberá cruzar ese puente que metaforiza la separación del éxito y el fracaso. Cassidy residía con su padre Frank (gran caracterización de Richard Dreyfuss) quien vive conectado a un tanque de oxígeno y, del otro lado, se establece en un lujoso departamento desde donde sus ex empleadores lo vigilan.

Los papeles secundarios rescatan del desastre a este filme. Nicolas Wyatt (Gary Oldman), desde su rostro imperturbable y frialdad, se complementa con el de su ex socio, Jock Goddard (Harrison Ford), quien con gesto algo paternalista recluta a Cassidy y lo seduce con infinidad de placeres. Superficiales, claro, como lo es la estructura de este filme, que al igual que las carcasas de la telefonía (que desarrollan y promocionan) pueden cambiarse, pero el contenido no varía. En este caso es algo vacío, por más tecnología móvil que haya de por medio.

Paranoia es lo más parecido a Wall Street, pero con telefonía celular de última generación, con las traiciones a flor de labios, pero sin el talento de aquel memorable cast dirigido por Oliver Stone en 1987.

Con sólo un par de gestos, Oldman y Ford devoran a Hems- worth, a quien el protagónico le queda grande. A nivel números, en los EE.UU., Paranoia es el peor estreno en la carrera de Harrison Ford. Su trayectoria, y la de Gary, no se lo merecían. En llamas.