Papeles en el viento

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

La amistad o el dinero

Hay mucho de la prosa de Roberto Fontanarrosa en la obra de Eduardo Sacheri, quien nuevamente es adaptado al cine, en esta oportunidad por Juan Taratuto en Papeles en el viento (2014).

La película cuenta el desesperado derrotero de Mauricio, Fernando y el Ruso (Pablo Echarri, Diego Peretti y Pablo Rago), tres amigos de toda la vida, por recuperar la inversión que otro amigo, el Mono (Diego Torres), ya fallecido, realizó.

Viajando al interior del país para conocer al “crack” de futbol en el que invirtió el Mono, los amigos aprovecharán el tiempo juntos para pensar la mejor estrategia con la que podrán conseguir el dinero para negociar con el club que actualmente lo tiene. En el camino se toparán con varios obstáculos hasta llegar al jugador, y cuando finalmente lo conocen se dan cuenta que la millonada de dinero y fe puesta en él, no valió la pena. Pero igualmente intentarán seguir con el plan para recuperarlo -o al menos en parte- hasta que uno de ellos traicione al resto y el film cambie de registro.

Taratuto construye una historia lineal, excepto por flashbacks que llevan al momento en el que el Mono estaba vivo, con una vuelta de tuerca hacia el final, que claramente es puesta para despertar el interés de una película anodina que nada tiene que ver con sus obras anteriores, llenas de una particular observación sobre las relaciones humanas.

Papeles en el viento es un largo muestrario de “argentinidades” en el que la pasión por el fútbol (y en particular el club Independiente) llevan la posta, para dar lugar a la construcción de identidades que claramente responden a estereotipos relacionados con la actividad y que, en algún punto y como se mencionó al principio, mucho de Fontanarrosa posee. Pero Sacheri no es él, y Taratuto tampoco puede reforzar las ideas que seguramente en el papel funcionaban de mejor manera. La pasión por el fútbol no se traspone correctamente a la pantalla, y se apela constantemente a música estridente para reforzar la idea, aunque con esto no alcanza. La polaridad de los buenos versus los malos y la mentira como valor, restan además credibilidad al verosímil que intenta presentar.

En Papeles en el viento el piola, el vago, el que se esfuerza, el que baja los brazos, son los personajes que marcan el ritmo del film, con la metáfora de la “cancha” puesta en la línea argumental como guía, en una trama que no posee conflicto y que extiende, acaso, el único punto de interés que llega hacia el final. Echarri, Rago, Peretti, se esfuerzan por demostrar que sale naturalmente su “amistad” en la pantalla, pero se los nota forzados e incómodos con unos papeles que son básicos y que no permiten transmitir la verdadera pasión por el fútbol.

Y aunque el cine argentino apela en forma recurrente a la literatura para poder construir historias netamente autóctonas, con el fútbol como vector, en este caso la fallida Papeles en el viento no suma nada al largo muestrario de particularidades que quiere presentar, y termina convirtiéndose en la película menos personal de un realizador que se afianzaba con sus propuestas e intereses.