Papás a la fuerza

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Una historia tan vieja como el cine mismo

El cine se copia a sí mismo cuando se queda sin ideas y trae nuevos films que recuerdan a otros del mismo nombre ¿Qué se puede decir de esas comedias de paternidad forzada y de hijos por encargo o no que llegan de pronto para alterar la vida de personas que jamás imaginaron estar listas para ser padres? Muchos títulos desfilaron por la pantalla con esa temática, y ahora se agrega Papás a la fuerza, que centra su eje en dos amigos entrañables y socios en un importante emporio comercial, quienes disfrutan de la vida al borde de los cincuenta años.

Charlie es un empedernido conquistador y Dean alguien con menos suerte pero igual entusiasmo. Ambos están a punto de cerrar un excelente negocio cuando la ex mujer de Dean vuelve para dejarle, por razones de trabajo, a los mellizos de seis años que hasta entonces no sabía que han tenido juntos. De aquí en más él y su mejor amigo y colega de trabajo deberán lidiar no sólo con los niños sino también con un simpático perro.

Sobre la base de gags tan antiguos como el cine mismo, de diálogos con escasa gracia y de escenas repetidas el film no escapa a lo que la pantalla grande dio en ese terreno, a lo largo de los años. El director Walt Becker se puso a disposición de un guión carente de ingenio y muy poco pudo hacer para elevar esta historieta que, por supuesto, contendrá la moraleja feliz de todas estas tramas. Tanto Robin Williams como John Travolta intentan hacer graciosos a sus personajes, pero caen en la caricatura total.