Papá por accidente

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Díselo a alguien

Los miedos frente al coraje, correr riesgos y enfrentar nuevas situaciones, frente a quedarse en un lugar más o menos cómodo esperando que las cosas sucedan. El tema o esos temas son tan viejos como la capacidad de sentir y razonar del ser humano, y se han dicho, escrito, cantado, filmado y pintado miles de obras de arte en alusión a ellos, tal vez tratando de sublimar algunas de las sensaciones que provocan semejantes dilemas, y la necesidad de resolverlos que cada persona enfrenta en su vida.

Busco mi destino (película de culto del cine independiente), ¿Quién se ha robado mi queso? (un best seller literario), los cuadros de Hopper, o el Himno a la alegría, de Ludwig van Beethoven, tienen probablemente más cosas en común de lo que imaginamos, siendo lo más obvio la necesidad de decir algo que no se sabe qué es o cómo o dónde decirlo.

A gran escala puede decirse que Papá por accidente trata sobre eso como tema principal. Wally y Kassie son viejos amigos en la ciudad de Nueva York. Hubo algo entre ellos en el pasado pero aparentemente ya no más, hasta que Kassie manifiesta por primera vez su deseo de ser madre a través del método de inseminación artificial, pues ha sido incapaz de construir una pareja y a través de ésta aspirar a una familia.

Las cosas no dichas (por el motivo que sea), empiezan a jugar desde entonces un papel aún más importante en los enredos de estos personajes y de quienes los rodean.

Lo mejor, por venir
Durante una “fiesta de inseminación” el amigo Wally, borracho, comete un accidente y debe reemplazar por el propio el esperma que el donante le entregó a Kassie. De allí en adelante ocurre lo mejor de la película.

Hay mucha tela para cortar como espectador de esta comedia (dramática por cierto) que explora un caso estadísticamente probable: en Nueva York viven casi nueve millones de seres humanos, apiñados con muchas clases de relaciones interpersonales y casos también de connotaciones cercanas. La clase de vidas en departamentos reducidos y pisos de rascacielos donde transcurre gran parte de Papá por accidente es cada vez más una tendencia global.