Palabras robadas

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Mensaje en una botella

Palabras robadas es el debut en la dirección del actor Brian Klugman y el guionista Lee Sternthal, coescritores de Tron: el legado y algunos trabajos televisivos. Con tales antecedentes, no sorprende que la película destaque por su elaborada estructura narrativa.
Rory Jansen (Bradley Cooper) es un escritor mediocre. Al regreso de su viaje de bodas, halla unas páginas mecanografiadas en el ataché que adquirió en un anticuario parisino. Se trata de una historia escrita en la París de posguerra y Rory sabe que puede salvar su carrera. Tras varias noches en vela, la ofrece como propia y (lógicamente) se transforma en un éxito de crítica y ventas. Pero entonces lo acecha el resentido autor de la obra (Jeremy Irons), mientras la historia (en un giro meta discursivo, pretencioso pero atractivo) es en realidad la creación de un tercer escritor que cuenta su flamante novela, Palabras robadas, a una sensual admiradora.
Es indudable que la película responde a los códigos de Hollywood pero, exceptuando los flashbacks del traumático personaje interpretado por Irons, Klugman y Sternthal diseñaron una muñeca rusa de alto valor narrativo, capaz de seducir a crítica y público, como la novela robada de Jansen. Incluso, más allá del ensortijado argumento (que por momentos puede resultar tedioso, con un final abierto no muy satisfactorio), el gran acierto del filme es el dilema moral de Rory Jansen, con una gran actuación de Cooper y un descomunal Irons, encarnando a la némesis del escritor. Tan humano como un Dickens posmoderno, Palabras robadas es un debut auspicioso para Klugman y Sternthal.