Palabras robadas

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Un puzzle de tres historias paralelas

La película que dirigen los actores Klugman y Sternthal toma dos tiempos narrativos diferentes con dos tramas trágicas. Los rasgos del cine de qualité muestran un esquema rígido que da como resultado un buen film de guión.

Un libro es el eje de las tres historias que se despliegan en Palabras robadas, un relato asentado sobre la culpa y la vida real como material de la literatura. Por un lado, está Rory (Bradley Cooper), un escritor felizmente casado con Dora (Zoe Saldana), que sin embargo sufre en silencio la frustración por el rechazo de distintas editoriales por publicar su primera novela, hasta que finalmente llega la esperada llamada y el libro se convierte en un suceso. Pero el escritor, ahora una celebridad, es en verdad un ladrón que publicó un texto que no era suyo, una historia de amor ambientada en el final de la Segunda Guerra Mundial entre un joven soldado estadounidense destinado en París (Ben Barnes) y una camarera (Nora Arnezeder), que se enamoran, se casan y finalmente se separan cuando no pueden superar la muerte de su pequeña hija.
El engaño, la estafa, se revela cuando el verdadero protagonista de la historia (Jeremy Irons), que puso en palabras su vida y su dolor hace más de cincuenta años, se enfrenta a Jansen.
A estos dos ejes de la estructura se les suma un tercero, que es Clay Hammond (Dennis Quaid) que presenta su último trabajo, The words –el título original de la película–, una novela que engloba las dos primeras historias, puro material de ficción para el veterano y exitoso escritor, que a la hora del cóctel y los autógrafos es abordado por Daniella (Olivia Wilde), una joven y seductora estudiante, aparentemente deslumbrada por la celebridad pero que en verdad quiere, necesita, saber por qué el libro no fue más valiente y sincero.
La película del actor Brian Klugman y Lee Sternthal (guionistas de Tron. El legado) funciona como un puzzle donde las tres historias marchan en paralelo, la ambición concreta de origen, con una realización que toma dos tiempos diferentes, dos historias trágicas imaginadas por un escritor, que son contadas desde su presente en forma de libro. Y si la cuestión moral planea por todo el universo que delimita el film, también involucra a quien muestra el producto de su inventiva y talento, en tanto con el libro terminado, se ve obligado a reflexionar sobre un final diferente y sobre su honestidad como artista.
Sin embargo, el tono moroso del relato, francamente moralizante y algunos rasgos del cine de qualité en las escenas de ese París romántico, for export, demuestran un esquema demasiado rígido, que da como resultado una digna película de guión que no termina de cerrar del todo por una puesta sin vuelo y demasiado grave.