Pájaros de verano

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Una bella, profunda y violenta película sobre los albores del narcotráfico en Colombia, en los años 70. En este caso los directores son dos Ciro Guerra, el responsable de esa maravilla que fue “El abrazo de la serpiente” y Cristina Gallego, productora de ese film anterior y socia artística de Guerra. Ambientada en la Guajira colombiana, habitada por el pueblo wayuu que de manera casual, a través de los pedidos de jóvenes integrantes de “los cuerpos de paz “(relanzados por John Kennedy), descubren que un mercado enorme y hambriento de droga. La producción de cargamentos de marihuana instala entre esa etnia una riqueza inesperada. Pero también temibles consecuencias. En ese lugar geográfico donde conviven la fascinación de zonas desérticas con bosques húmedos, los wayuu tienen códigos inamovibles, una profunda relación con la naturaleza, una comunicación con sueños y códigos de creencias. La riqueza y la ambición van de la mano para destruirlo todo y crear a esos reyezuelos todopoderosos con ejércitos armados que ejercitaran sangrientas venganzas y se transformaran en señores del mal. Pero lo interesante es que están tan lejos de los estereotipos estadounidenses que poblaron el imaginario de tantas películas desde padrinos, buenos muchachos, sopranos y demás, que esta nueva visión del origen del infierno cala hondo en el espectador. Es la otra cara tan oscura y temible del fenómeno del narcotráfico en su verdadero origen. Comprensión de la naturaleza, y destrucción de un mundo de valores que ya no puede sostenerse, la hoguera de poder es tan potente que se lo consume todo. Estéticamente la película aprovecha cada rito ancestral, muestra panorámicas de impresionantes composiciones, la presencia de una naturaleza que habita los conflictos. Sueños que anuncias la condena de los protagonistas, plagas que acompañan los estallidos finales de un destino marcado. No se pierda esta película.