Pájaros de verano

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

En los últimos tiempos se crearon varias series y películas cuya temática abordada es el narcotráfico en narraciones desde distintas posiciones. En “Pájaros de verano”, una coproducción de varios países americanos y europeos, el tema es el mismo, pero con la diferencia de que la historia está basada en la realidad, devela el germen mismo y los inicios del narcotráfico a gran escala, especialmente de la exportación ilegal de la marihuana.

Como una suerte de precuela Cristina Gallego y Ciro Guerra nos traen una ficción sobre los comienzos del comercio de la droga. Ocurre entre los años ´’60 y ´’80, mucho antes de que irrumpa en el “mercado” Pablo Escobar.

La historia transcurre en Colombia, en un territorio donde no hay nada y es manejado por uno de los tantos pueblos originarios que hay en ese país. Tal es así que los intérpretes hablan con su dialéctico y, de vez en cuando, en español. Ellos viven en pequeñas comunidades y sus viviendas son tolderías. Les rezan a sus dioses, son creyentes y los sueños nocturnos son importantes porque los interpretan y le auguran el futuro.

Al principio, Rapayet (José Acosta) cuando entra a la familia comandada por Úrsula (Carmiña Martínez), tras casarse con su hija Zaida (Natalia Reyes), incursiona de un modo muy amateur y en algún punto, ingenuo, junto a su amigo Moisés (Jhon Narváez) dentro del mundo del tráfico de materia prima para la producción de estupefacientes. Porque ellos estuvieron en el lugar justo y en el momento indicado, cuando en los EE.UU. se pregonaba el amor y la paz, pero se necesitaba de alguna sustancia extra para experimentar el cambio.

Las escenas transcurren con parsimonia, como son los personajes. Y nos permiten observar cómo conservan las tradiciones culturales ancestrales No hay apuros, todo se conversa. Para eso tienen intermediarios que saben hablar y convenir con la otra parte.

Pero la gran demanda, impensada para ellos, que siempre trabajaron del menudeo, les complicó la vida, en lo económico, familiar y “laboral”. Tal es así que todo se desmadró. No sólo lo que estaban contando hasta aquí, con una muy interesante descripción de lo que podía suceder en esos tiempos, con esa gente y en una zona donde el Estado no interviene, sino que, luego, al ejemplificar como las lealtades, el honor, y las traiciones se dirimen a los tiros, a pura venganza, lo que consiguieron fue desvirtuar el objetivo primario de la película.